jueves, 18 de junio de 2015

KLESHA NIARA (LAS EMOCIONES FUERTES)


TERCER MARA

El klesha niara está caracterizado por las emociones fuertes. Surge una simple emoción, y en lugar de dejarla estar, sentimos pánico. Empezamos a enlazar nuestros pensamientos creando una línea argumental que da lugar a emociones aún mayores. En lugar de sentarnos abiertamente con nuestra incómoda emoción, nos liamos a gritos y le damos alas. La mantenemos inflamada y caliente con nuestros pensamientos y sentimientos; no la dejamos ir.

Cuando todo se cae a pedazos y sentimos incertidumbre, decepción, conmoción o vergüenza, lo que queda es una mente clara, fresca y sin prejuicios. Pero no solemos verlo así. Por el contrario, sentimos la incomodidad y la incertidumbre de estar en tierra de nadie, e hinchamos ese sentimiento desfilando por la calle con banderas que proclaman lo mal que está todo.

Llamamos a todas las puertas pidiendo a los demás que firmen nuestra propuesta hasta tener todo un ejército de gente que está de acuerdo con nosotros en que todo está muy mal. Olvidamos lo que hemos aprendido en la meditación y que sabemos que es verdad. Cuando surgen emociones verdaderamente intensas, todas las doctrinas y creencias a las que nos aferramos parecen irrelevantes, porque las emociones son mucho más poderosas.

Por eso, lo que había empezado siendo un espacio enormemente abierto se convierte en un incendio salvaje, en una guerra mundial, en un volcán en erupción, en una ola gigantesca. Usamos las emociones, las utilizamos. En su esencia, son parte de la bondad de estar vivos; pero en lugar de dejarlas ser, las empleamos para recuperar el suelo bajo los pies. Las usamos para tratar de negar el hecho de que nadie ha sabido ni sabrá nunca lo que está ocurriendo. Las usamos para tratar de volver a hacer que todo sea seguro, predecible y real, para engañarnos a nosotros mismos ocultándonos la verdad. Podemos simplemente sentarnos en compañía de esa energía emocional y dejarla pasar, no hay ninguna necesidad de echar mano de la culpa y de la auto justificación. Pero en lugar de ello, echamos queroseno sobre nuestras emociones para que nos parezcan más reales.

Una vez más, no tenemos por qué considerar que este proceso es un obstáculo o un problema. Si podemos mirar y ver lo salvaje de las emociones, podemos empezar a suavizarnos y entablar una amistad con nosotros mismos, y también podemos hacernos amigos de los demás seres humanos y de todas las criaturas. Cuando tomamos conciencia de cómo hacemos la misma estupidez una y otra vez porque no queremos quedarnos con la incertidumbre y extrañeza de no saber, empezamos a sentir verdadera compasión por nosotros mismos y por los demás, porque vemos lo que ocurre y cómo reaccionamos cuando las cosas se caen a pedazos. Esa conciencia es lo que convierte la espada en flor, y así lo que es aparentemente feo, problemático e indeseable, acaba convirtiéndose en nuestro profesor.

Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

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