domingo, 5 de febrero de 2017

CULTIVAR LA LIBERTAD (muy recomendable)


Para mí, no hay felicidad sin libertad y la libertad no nos la da nadie; debemos cultivarla nosotros mismos. Voy a compartir con ustedes cómo podemos conseguir más libertad. Cultivamos nuestra libertad cuando estamos sentados, caminando, comiendo o trabajando al aire libre. La libertad es lo que cultivamos cada día. Independientemente de cómo o dónde estén, si poseen libertad, son felices. Tengo muchos amigos que han estado internados en campos de trabajos forzados y, porque sabían practicar, no sufrieron demasiado. De hecho, crecieron en su vida espiritual, lo que me hace sentirme muy orgulloso de ellos.

Por libertad entiendo ser libres de aflicciones, de enojo, de desesperación. Si tienen enojo, deben transformarlo para recuperar su libertad. Si tienen desesperación, es preciso que reconozcan esa energía y que no se dejen abrumar por ella. Deben practicar de tal forma que transformen la energía de la desesperación y alcancen la libertad que se merecen, la liberación de la desesperación.

Pueden practicar la libertad en cada momento de su vida diaria. Cada vez que respiran, su respiración les puede ayudar a recuperar su libertad. Cuando coman, háganlo como personas libres. Cuando caminen, háganlo como personas libres. Cuando respiren, háganlo como personas libres. Esto se puede hacer en cualquier parte.

Cultivando la libertad para sí mismos, serán capaces de ayudar a las personas con las que viven. Aun cuando vivan en el mismo sitio, en las mismas condiciones físicas y materiales, serán personas mucho más libres y más sólidas. Al ver como caminan, como se sientan y como comen, la gente se quedará impresionada. Verán que la alegría y la felicidad son posibles para ustedes porque serán maestros de sí mismos al no ser ya víctimas del enojo, de la frustración y de la desesperación. La práctica que he adoptado como monje budista es la práctica de la libertad. Cuando me hice novicio mi maestro me dio un pequeño libro titulado Acceder a la libertad: Manual del Monje Novicio.

La capacidad de inhalar y exhalar es un milagro. Quien yace en su lecho de muerte no es capaz de inhalar libremente y no tardará en dejar de respirar. Pero yo estoy vivo. Puedo inhalar y tomar consciencia de mi inhalación; puedo exhalar y tomar consciencia de mi exhalación. Sonrío a mi exhalación y soy consciente de que estoy vivo. Al inhalar, háganlo conscientemente. «Inhalando, sé que esta es mi inhalación». Nadie puede impedir que disfruten de su inhalación. Al exhalar, sean conscientes de que se trata de su exhalación. Respiren como personas libres.

Para mí, estar vivo es un milagro. Es el mayor milagro posible. Sentir que están vivos y que están respirando equivale a hacer un milagro, uno que pueden hacer en cualquier momento. Sentir que están vivos y que dan un paso es un milagro. Lin Chi, un conocido instructor de meditación que vivió en el siglo nueve, dijo que el milagro no es caminar sobre el agua, sino sobre la Tierra.

Todo el mundo camina sobre la Tierra, pero hay quienes caminan como esclavos, sin libertad alguna. Se dejan arrastrar hacia el futuro o el pasado y no son capaces de vivir en el aquí y el ahora, donde está disponible la vida. Si en nuestra vida diaria nos dejamos atrapar por nuestras preocupaciones, nuestra desesperación, lo que lamentamos del pasado y nuestros temores sobre el futuro, no somos personas libres. No somos capaces de implantarnos en el aquí y el ahora.


Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

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