sábado, 25 de febrero de 2017

VERDAD Y SILENCIO


Palabras 
Silencio 
Amor
Yo

Las palabras pueden ser hermosas, pero nunca pueden ser la verdad. La belleza constituye un valor estético. Puedes disfrutarla, al igual que puedes gozar de una bella pintura, pero no sucederá mucho a partir de este placer. Es bueno mientras dura. Pero las palabras nun­ca son la verdad: no podrían serlo, por su na­turaleza misma. La verdad sólo puede ser co­municada en silencio. Pero ésa es la paradoja: aquellos que han insistido en que la verdad só­lo puede ser comunicada en silencio, todos usa­ron palabras. Esto es una vergüenza, pero no se puede hacer nada al respecto. Es necesario usar las palabras para hacerte callar. El silencio es importante, y ese silencio te permitirá vislum­brar la verdad.

Aun si tienes vislumbres de verdad a través de mis palabras, esa vislumbre se produce a tra­vés de tu silencio y no de mis palabras. Aun si te sientes absolutamente seguro de que lo que digo es verdad, esa sensación de certeza abso­luta proviene de tu silencio y no de mis pala­bras. Siempre que estás callado, allí está la ver­dad. Siempre que mantienes un diálogo interior, el parloteo de mono continúa por dentro, pasas por alto la verdad que está siempre presente.

Cualquier cosa que yo haga (hablarte, ayu­darte a meditar conmigo, forzarte a hacer catar­sis, o convencerte de bailar, de festejar), cualquier cosa que yo haga tendrá un solo objetivo: ayudarte de alguna mane­ra a que te calles pues, cuando estás en silencio, las puertas se abren: estás en el templo. El modo en que hagas silencio carece de importancia. Te quedas en silencio, y entonces yo estoy dentro de ti y tú estás dentro de mí. El silencio no co­noce fronteras. En el silencio, se produce el amor. Me he transformado en un amante para ti; tú te has vuelto un amante para mí. En silencio, ocurre todo lo que tiene signi­ficación. Pero producir el silencio es un arduo problema.

No es necesario ir en la búsqueda de Dios; no es necesario ir en la búsqueda de la verdad. Si el yo no está allí, de repente se encuentra todo. Si el yo no es­tá allí, simplemente llegas a saber que la verdad siempre estuvo a tu alrededor, por dentro y por fue­ra. Era el yo lo que no te dejaba verla. Era el yo lo que cerraba tus ojos y tu ser. Entonces, lo primero que hay que entender es qué es el yo.


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet

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