jueves, 23 de noviembre de 2017

CONFIAR Y CREER

 
Si de verdad deseas llegar a confiar, abandona todas tus creencias. No te sirven. Una mente que cree es una mente estúpida. Una mente que confía tiene inteligencia pura. Una mente que cree es una mente mediocre; una mente que confía adquiere la perfección. La confianza genera la perfección. 

La diferencia entre creer y confiar es simple. No hablo de la definición del diccionario de estas palabras; en el diccionario puede decir algo como: creer significa confiar, confiar significa tener fe y tener fe significa creer. Yo hablo de la existencia. De una manera existencial, la creencia es prestada y la confianza es propia. Las creencias las crees, pero se esconde la duda bajo la superficie. En la confianza no hay el elemento de duda. La creencia genera una desunión en ti: una parte de tu mente cree, mientras que la otra parte niega. La confianza es la unidad de tu ser, su totalidad. 

Pero, ¿cómo puede esa totalidad confiar si no has tenido la experiencia de la confianza? No basta el Dios de Jesús, ni el Dios de mi experiencia, ni el Dios de la experiencia del Buda; tiene que ser tu propia experiencia. Si te aferras a las creencias, una y otra vez te vas a confrontar con experiencias que no se ajustan a esas creencias; entonces surge la tendencia de la mente a no ver esas experiencias, a no prestarles atención porque son muy inquietantes. Te destruyen las creencias, mientras que tú deseas aferrarte a ellas y así progresivamente te vas cegando frente a la vida; la creencia se convierte en una venda en tus ojos. 

La confianza te abre los ojos; no tiene nada que perder. Confiar significa que, sea lo que sea, lo real es real: Puedo abandonar mis deseos y anhelos, pues no cambian la realidad. Tan sólo distraen mi mente de la realidad. 

Si tienes una creencia y tropiezas con una experiencia que tu creencia no admite como posible, o la experiencia es tal que abandonas la creencia, ¿qué vas a escoger: la creencia o la experiencia? La tendencia de la mente es a escoger la creencia y olvidar la experiencia. Es así como te has perdido de muchas oportunidades cuando Dios ha golpeado a tu puerta. 

Recuerda que no sólo eres tú buscando la verdad: la verdad también te está buscando a ti. Muchas veces su mano se ha acercado mucho, casi te ha tocado, pero te has apartado. No se ajustaba a tu creencia y optaste por escoger tu creencia. 

FUENTE: OSHO: 
El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos‘, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 12

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