jueves, 8 de febrero de 2018

TRES MÉTODOS PARA TRABAJAR EL CAOS: Método 1


El punto principal de este método es disolver la lucha dualista, nuestra tendencia habitual a luchar contra lo que nos ocurre. Estos métodos nos instruyen a avanzar hacia las dificultades en lugar de retirarnos. No solemos recibir este tipo de ánimos muy a menudo.

PRACTICAMOS PARA LIBERARNOS de una carga, la carga de la estrechez de nuestra perspectiva causada por el anhelo, la agresión, la ignorancia y el miedo. Nos sentimos cargados por las personas con las que vivimos, por las situaciones cotidianas y sobre todo por nuestras propias personalidades.

Gracias a la práctica tomamos conciencia de que no tenemos por qué oscurecer la alegría y la apertura presentes en cada momento de nuestra existencia. Podemos despertar a la bondad básica, que es nuestro derecho de nacimiento. Cuando lo conseguimos, ya no nos sentimos cargados por la depresión, la preocupación o el resentimiento. La vida nos parece espaciosa, como el cielo y el mar. Hay sitio para relajarse, respirar y nadar, para nadar tan lejos que perdamos todo punto de referencia en la orilla.

¿Cómo trabajamos con la sensación de sentirnos cargados? ¿Cómo aprendemos a relacionarnos con lo que parece interponerse entre nosotros y la felicidad que merecemos? ¿Cómo aprendemos a relajarnos y a conectar con la alegría fundamental?

A nivel global vivimos tiempos difíciles; el despertar ya no es un lujo ni un ideal, sino algo críticamente necesario. No debemos añadir más depresión, más desánimo ni más ira a los ya existentes. Se está volviendo esencial aprender a relacionarnos saludablemente con los tiempos difíciles. La tierra parece suplicarnos que conectemos con la alegría y descubramos nuestra esencia más íntima. Es la mejor manera posible de beneficiar a los demás.

Tradicionalmente existen tres métodos para relacionarnos directamente con las circunstancias difíciles haciendo de ellas un camino de despertar y alegría. AI primer método lo llamaremos no más lucha; al segundo, usar el veneno como medicina; y al tercero, contemplar cualquier cosa que surja como sabiduría iluminada. Estas son las tres técnicas para trabajar con el caos, las dificultades y los sucesos no deseados de nuestra vida cotidiana.

El primer método, no más lucha, se resume en las instrucciones de samatha-vipashyana. Cuando nos sentamos a meditar, miramos directamente cualquier cosa que surja en nuestra mente, la denominamos «pensamiento» y volvemos a la inmediatez y simplicidad de la respiración. Una y otra vez volvemos a la conciencia prístina y libre de conceptos. La práctica meditativa es nuestra forma de dejar de luchar contra nosotros mismos, de dejar de luchar contra las circunstancias, emociones y estados de ánimo. Esta instrucción básica es una herramienta que podemos emplear para entrenarnos tanto en la práctica meditativa como en nuestra vida. Surja lo que surja, lo miramos con una actitud libre de juicio.

Esta instrucción es aplicable al trabajo con el desagrado y su miríada de disfraces. Surja lo que surja, entrénate una y otra vez a observarlo y a verlo tal como es, sin darle nombre, sin tirarle piedras, sin desviar la mirada. Deja pasar todas esas historias. La esencia más interna de la mente carece de sesgo. Los pensamientos surgen y se disuelven eternamente. Así es como son las cosas.

Este es el principal método para trabajar con situaciones dolorosas, ya se trate del dolor global, de un dolor doméstico o de cualquier otro tipo de dolor. Podemos dejar de luchar contra lo que ocurre y ver su verdadero rostro sin llamarle enemigo. Es una gran ayuda recordar que nuestra práctica no está relacionada con conseguir nada —no tiene que ver con ganar o perder— sino con dejar de luchar y relajarnos en lo que es. Esto es lo que hacemos cuando nos sentamos a meditar, y esta actitud se va extendiendo al resto de nuestra vida.

Es como invitar a lo que nos da miedo a que se presente y se quede un rato con nosotros. Milarepa entonaba esta canción a los monstruos que encontraba en su cueva: «Es maravilloso que hayáis venido hoy. Volved también mañana, de vez en cuando hemos de platicar un rato.» Empezamos a trabajar con los monstruos de nuestra mente. Después desarrollamos la sabiduría y la compasión para comunicar de manera sana con las amenazas y miedos de nuestra vida cotidiana. 

La yoguini tibetana Machig Labdrón practicó intrépidamente insistiendo en este punto de vista. Dijo que en su tradición no se exorcizaba a los demonios, sino que se les trataba con compasión. El consejo recibido de su maestro, que ella a su vez transmitió a sus estudiantes, fue: «Acércate a lo que te resulte repulsivo, ayuda a quienes piensas que no puedes ayudar y acude a los lugares que te dan miedo.» Este camino comienza cuando nos sentamos a meditar y no luchamos con nuestra propia mente.

Métodos 2 y 3 en siguientes posts.


Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

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