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martes, 24 de diciembre de 2019

SABIDURÍA CANINA


Aprende a actuar con sabiduría canina. Inténtalo, vale la pena:

1. Nunca dejes pasar la oportunidad de salir a pasear.

2. Experimenta la sensación del aire fresco y del viento en tu cara sólo por placer.

3. Cuando alguien a quien amas se aproxima, corre para saludarlo (a).

4. Cuando haga falta, practica la obediencia.

5. Deja que los demás conozcan cuándo están invadiendo tu territorio.

6. Siempre que puedas, échate una siesta y estírate antes de levantarte.

7. Corre, salta y juega diariamente.

8. Sé siempre leal.

9. Come con gusto y con entusiasmo, pero detente cuando ya estés satisfecho.

10. Nunca pretendas ser algo que no eres.

11. Si lo que deseas está enterrado, cava hasta encontrarlo.

12. Cuando alguien tenga un mal día, guarda silencio, siéntate cerca de él (ella) y trata de agradarlo (a).

13. Cuando quieras llamar la atención, deja que alguien te toque.

14. Evita morder por cualquier problema.

15. En los días cálidos, acuéstate sobre tu espalda en el prado.

16. En los días de más calor, bebe mucha agua y descansa bajo un árbol frondoso o en tu rinconcito preferido.

17. Cuando te sientas feliz, baila y balancea tu cuerpo.

18. No importa cuántas veces seas censurado, no asumas ningún rencor y no te entristezcas... Corre inmediatamente hacia tus amigos.

19. Alégrate por el simple placer de una caminata.

20. Mantente siempre alerta pero tranquilo.

21. Da cariño con alegría y deja que te acaricien.

Autor desconocido.



Tomado del libro:
Cuentos con Alma
Rosario Gómez Alfonso
Imágenes tomadas de Internet

viernes, 15 de enero de 2016

EL HIJO DEL MAR


Creer en los sueños

Había una vez un humilde pescador que vivía con su esposa Lisa en una cabaña junto a la playa.

El matrimonio era feliz, aunque echaban en falta la risa de un niño o niña que alegrara sus vidas.

Una de tantas mañanas que Antón, ése era su nombre, salió a pescar tiró la red al mar y para sorpresa suya se llenó enseguida de peces plateados de gran tamaño. Tiraba y tiraba… y ésta se volvió muy pesada.

“Solo no lo conseguiré y volcaré mi pequeña barca”, en eso estaba cuando oyó una voz… “¡Ayudadme, ayudadme, buen hombre!, soy la hija del rey del mar, si me liberas y me devuelves a mis azules aguas, mi padre te premiará”.

Antón se sumergió con un cuchillo y de un tajo partió la red en dos, sin importarle perder tan preciada carga, pues éste era su único sustento.

Allí enredada estaba la criatura más extraordinaria que había visto jamás; sus largos cabellos eran del color del mar cuando el sol se oculta entre sus aguas.

¡Una sirena! Había oído siempre hablar de ellas en alguna que otra taberna, pero nunca creyó que existieran.
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