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jueves, 2 de agosto de 2018

PERSIGUIENDO LAS NUBES


¿En qué consiste la verdadera felicidad? A menudo creemos que si no conseguimos lo que deseamos, no seremos felices. Pero hay un millón de formas de ser feliz, lo que ocurre es que como no sabemos abrir la puerta que conduce a la felicidad, nos dedicamos a perseguir aquello que deseamos. Pero en realidad cuánto más persigas la felicidad, más infeliz será.

Voy a contarte una historia muy bonita sobre un arroyo que descendía de la cima de una montaña. Era un arroyo muy joven que quería llegar al océano. Deseaba llegar lo más rápido posible. Pero al descender a las llanuras, a las tierras bajas y a los campos que había a sus pies, tuvo que fluir más despacio y se convirtió en un río. Y un río no puede correr tan rápido como un joven arroyo.

Al fluir lentamente empezó a reflejar las nubes del cielo. Había muchas clases de nubes con un montón de formas y colores. Al cabo de poco el río no hacía más que perseguir a las nubes, una tras otra. Pero las nubes no estaban quietas en un lugar, sino que iban y venían, y el río no cesaba de perseguirlas. Cuando descubrió que ninguna nube estaba dispuesta a quedaba con él, se puso muy triste y se echó a llorar.

Un día sopló un viento tan fuerte que alejó todas las nubes del lugar. El cielo adquirió un precioso color azul. Pero como no había nubes, el río empezó a creer que no valía la pena vivir. No sabía disfrutar de aquel cielo azul. Le parecía vacío y tenía la sensación de que su propia vida carecía de significado.

Aquella noche el río estaba tan desesperado que intentó quitarse la vida. ¿Pero acaso puede un río suicidarse? De ser alguien no puedes convertirte en nadie; de ser algo no puedes convertirte en nada. El río estuvo llorando toda la noche y sus lágrimas salpicaban la orilla. Era la primera vez que regresaba a su ser. Antes había estado siempre huyendo de sí mismo. En vez de buscar la felicidad dentro de él, la había estado buscando por fuera. Pero ahora, al volver por primera vez a sí mismo y escuchar el sonido de sus lágrimas, descubrió algo asombroso: comprendió que en realidad estaba hecho de nubes.

Fue un extraño descubrimiento. Se había dedicado a perseguir a las nubes pensando que sin ellas no podía ser feliz y ahora se daba cuenta de que estaba hecho de nubes. Lo que había estado buscando lo tenía ya en su interior.

La felicidad puede ser así. Si sabes regresar al aquí y al ahora, comprenderás que los elementos para ser feliz están ya a tu alcance. No necesitas seguir buscándolos.

De pronto el río se dio cuenta de algo que se reflejaba en la fresca y serena superficie de sus aguas. Era el cielo azul. ¡Qué tranquilo, inalterable y libre era aquel hermoso cielo azul! Aquella visión le llenó de felicidad. Por primera vez podía reflejar el cielo. Antes sólo había reflejado las nubes y corrido tras ellas. Desconocía por completo la presencia del intenso e inalterable cielo azul que estaba siempre a su alcance. Había ignorado hasta entonces que su felicidad estaba hecha de solidez, libertad y espacio. Fue una noche de profunda transformación y sus lágrimas y su sufrimiento se transformaron en alegría y paz.

jueves, 12 de julio de 2018

¡DISFRUTA DE UNA SOLA A LA VEZ!


Comer es un acto sagrado. Comer siendo consciente de ello es una práctica muy profunda y agradable que resulta fácil de aprender. Al hacerla, la felicidad de la familia y la sociedad aumenta.

Patatas, magdalenas, leche... comemos esos productos a diario, pero sin conocer su naturaleza, su origen o el proceso de fabricación que han seguido hasta llegar a nuestra mesa. Antes de comer, podemos pensar de dónde procede la leche, cuál es su naturaleza, la situación que su producción tiene en el mundo. Esto nos hará descubrir muchas cosas, ya que a menudo la consumimos sin saber lo que es, ignoramos su origen, así como la felicidad o el sufrimiento que ha supuesto su producción.

Antes de compartir una comida es una buena idea hacer durante unos minutos una meditación colectiva. En la tradición cristiana se bendice la mesa, pero en la tradición budista antes de comer hacemos la práctica de respirar conscientemente y de observar con atención la comida que hay en la mesa. Inspiramos y espiramos tres veces y damos las gracias a la luz del sol, al trigal, y a la nube que nos han ofrecido la maravillosa comida que vamos a tomar hoy.

Supón que vas a comerte un helado de cucurocho. El helado existe en el momento presente, si perteneciera al pasado no podrías comértelo. Y si perteneciera al futuro, ¿cómo podrías saborearlo? el helado sólo existe en el momento presente. Si tu mente está pensando en el pasado 0 en el futuro, no estarás saboreando realmente el helado. Vuelve al aquí y al ahora y cómete el helado. Cómetelo con todo tu ser: con el cuerpo, el corazón y la mente. Cuando te lo comes de ese modo, saboreas y disfrutas de verdad el helado.

El secreto de la práctica consiste en hacer una sola cosa a la vez. Si comes un helado, come sólo un helado y nada más. Si al comértelo estás excitado, estarás comiendo tu excitación y ni siquiera te fijarás en él. Y si estás enojado, estarás comiendo tu enfado y ni siquiera te gustará su sabor. Al tomarte el helado, come sólo el helado y nada más.

Comer en silencio nos ayuda a valorar los alimentos y a reconocer su presencia. Durante los cinco primeros minutos comemos en silencio para concentramos en la comida.

Intenta comer en silencio durante los cinco primeros minutos. Come muy despacio y disfruta de la comida. Come con todo tu ser para saborearla a fondo. Sabes que si comes un helado poco a poco, siendo consciente de él, te sabrá mucho mejor y te sentirás más feliz. Es así de sencillo.

lunes, 2 de julio de 2018

SÉ BUENO CONTIGO MISMO


Cuando bebes alcohol, fumas marihuana o consumes drogas, al principio tal vez te sientas bien, pero has de saber que estas sensaciones son muy peligrosas porque pueden llevarte a una adicción y causarte mucho sufrimiento. Te ruego que no te dejes engañar por estas sensaciones en apariencia agradables. Obsérvalas a fondo, ya que pueden contener el potencial de las sensaciones dolorosas que más tarde se manifestarán en ti.

Por eso es tan importante ser consciente de lo que sientes, bebes o comes. Cuando observamos el alcohol que estamos bebiendo, podemos ver a mucha gente que se está muriendo en este preciso momento de hambre. Cuarenta mil niños mueren cada día de desnutrición y, como ya sabes, para fabricar bebidas alcohólicas se necesitan muchos cereales. Si observas a fondo el hecho de beber esta clase de bebidas, ya no te resultará agradable hacerlo porque desearás evitar el uso de cereales destinados a la fabricación de bebidas alcohólicas para que la gente que está hambrienta tenga algo que comer.

La consciencia también es un alimento. Te lo creas o no, cuando lees un artículo de una revista, miras la televisión o vas al cine, estás ingiriendo consciencia, porque esos medios reflejan la consciencia colectiva de un grupo de personas con unas determinadas opiniones, sentimientos y formas de pensar. El Buda dijo que debes ser consciente de la cantidad de consciencia que ingieres. Algunas clases de consciencia no son buenas ni sanas para ti, en especial si ya tienes problemas.

Por ejemplo, un programa de la televisión, un libro en nuestra consciencia si esas noticias, información, imágenes y sonidos alimentan nuestro miedo, angustia o desesperanza. Los anuncios también pueden ser tóxicos y hemos de considerar sus mensajes cuidadosamente. Muchas empresas prometen que si compramos un determinado producto seremos felices: “Ser feliz es fácil, sólo ha de comprar esto”.

miércoles, 30 de mayo de 2018

LA IMPORTANCIA DE RESPETAR EL SEXO Y EL CUERPO


Una persona está formada de cuerpo y mente. Comunicarnos sólo con el cuerpo sin que el alma también lo haga es peligroso. Cuando dos personas se aman desean estar cerca una de otra, pero se trata de la intimidad de dos almas que se comunican, comprenden y comparten unos valores espirituales. Si es así, la unión de esos dos cuerpos será significativa y producirá felicidad. Pero si se unen sin que lo hagan sus almas, sufrirán. En este caso nosotros la llamamos “una unión sexual vacía”.

Algunas partes del cuerpo son sagradas, como la coronilla, en la parte superior de la cabeza. La coronilla es un altar para los asiáticos, en especial para los vietnamitas, que colocamos en los altares los objetos más sagrados. En Vietnam cualquier casa, por pobre que sea, tiene un altar dedicado a los antepasados con ofrendas de frutas, flores o incienso. Los vietnamitas tratamos ese altar con muchísimo cuidado porque lo consideramos sagrado. También creemos que en el cuerpo hay unas zonas sagradas y no queremos que nadie las vea ni las toque, y esto lo piensan tanto los chicos como las chicas. A veces sujetamos la mano de alguien o le ponemos una mano sobre el hombro, pero sabemos que no hemos de tocarle nunca las zonas sagradas del cuerpo. El cuerpo es tan sagrado como el alma y no podemos compartirlo con cualquier persona.

En el alma también hay unas zonas que son sagradas y no queremos que cualquier persona las vea ni las toque. Son las experiencias y las imágenes que nos reservamos para nosotros. No queremos compartirlas con todo el mundo, sólo con la persona que nos inspira más confianza, a la que más queremos. Revelamos estos secretos que hay en el fondo de nuestro corazón a muy pocas personas, probablemente a una. Y sólo cuando tenemos un amigo que nos comprende de verdad, compartimos esas zonas tan sagradas de nuestro cuerpo y de nuestra alma con él. Entonces la unión de dos cuerpos se convierte en la unión de dos almas, es una ceremonia sagrada que produce felicidad.

miércoles, 2 de mayo de 2018

APRENDER A AMAR


A menudo sugiero a los jóvenes que hagan estos dos votos:

     1.- Hago el voto de desarrollar la comprensión para poder vivir en paz con las personas, los animales, las plantas y los minerales.

    2.- Hago el voto de desarrollar la compasión para proteger la vida de las personas, los animales, las plantas y los minerales.

Para poder amar a alguien, has de comprenderle, porque el amor está hecho de comprensión. Si no le comprendes, no puedes amarle. La meditación consiste en observar a fondo para comprender las necesidades y el sufrimiento de las otras personas. Cuando sientes que alguien te comprende, sientes que el amor penetra en ti. Es una sensación maravillosa. Todos necesitamos comprensión y amor.

A la gente le gusta hacer cosas diferentes. Supón que al salir del instituto tu amigo quiere ir a jugar al tenis, pero tú prefieres dedicarte a leer un libro. Como deseas hacerle feliz, decides olvidarte del libro e ir a jugar al tenis con él. Al hacerlo, estás practicando la comprensión. Al comprenderle, le estás dando alegría. Y cuando le haces feliz, tú también eres feliz. Es un ejemplo de cómo practicar la comprensión y el amor.

Siempre que recites estos dos votos, hazte esta pregunta: “Ya que he hecho estos votos, ¿he intentado aprender algo sobre ellos? ¿He intentado ponerlos en práctica?”. No quiero que me contestes con un sí o un no. Aunque hubieras intentado aprender algo de ellos y practicarlos, aún no basta. La mejor forma de responder es abrirte dejando que estas preguntas penetren a fondo en todo tu ser mientras inspiras y espiras. Y al abrirte a ellas y dejarlas entrar dentro de ti, empezarán a actuar silenciosamente.

sábado, 21 de abril de 2018

LA BONDAD INCONDICIONAL


Hay muchos seres humanos que son destruidos por la guerra, la represión política, las injusticias sociales y el hambre. Si no estamos motivados por la mente del amor, no sentiremos la fuente de la compasión que hay en nosotros, no tendremos el tiempo ni la energía para ayudar a rescatar a los seres vivos que están muriendo cada día. Para proteger la vida, evitar la guerra y ayudar a los seres vivos, hemos de cultivar la energía de la bondad incondicional que hay en nosotros cada día.

Practica la bondad incondicional en cualquier parte, con todos los seres y con todo. Todos necesitamos que nos protejan y rescaten. Cuanto más avanzamos en el camino de la bondad incondicional, más alegría, paz y amor recibimos del cosmos. Nuestra sensación de soledad desaparecerá.

Si nos sentimos solos, si creemos que la sociedad, la familia o cualquier persona no nos dan el amor que necesitamos, es porque no somos capaces de sentir la energía de la bondad incondicional que hay por doquier en el cosmos. Es como tener una radio sintonizada a la emisora que deseamos pero que está sin pilas.

Si vemos a un bichito ahogándose y no nos mueve el deseo de ayudarle, significa que la energía de la bondad incondicional no está en nosotros. Pero si le ayudamos, de pronto sentiremos que estamos ayudando al cosmos entero. La bondad incondicional se vuelve entonces real y experimentamos alegría, esta alegría surge porque hemos salvado a un insecto.

Estamos rodeados de sufrimiento. Si somos conscientes de él, podremos disminuirlo en gran medida. Cuando vemos a alguien sufriendo, no hemos de ignorarlo o cerrar los ojos, sino ayudarle. El hecho de sentir el sufrimiento aviva la energía de la compasión que hay en nosotros. Y la compasión nos produce alegría y paz.

miércoles, 4 de abril de 2018

CUANDO LA IRA SE PRESENTE SIN HABER SIDO INVITADA


Hace poco tuve la oportunidad de hablar con un americano veterano de la guerra de Vietnam que me contó un montón de historias interesantes sobre la transformación, la paz y la alegría que experimentó, y sobre su capacidad de relacionarse con los demás tras haber pasado una etapa en la que le resultaba muy difícil estar con alguien. Había combatido en la guerra de Vietnam y tenía la naturaleza de un soldado. Estaba dispuesto a afrontar cualquier reto. Si alguien deseaba enfrentarse a él, estaba preparado para responder.

Pero me dijo que después de haber hecho la práctica de ser consciente durante varios meses, había cambiado. Un día mientras iba por la calle alguien que estaba furioso se acercó a él para provocar una pelea. De pronto mi amigo sintió que ya no deseaba luchar.

Aquel hombre estaba muy enfadado y quería golpearle para hacerle sufrir, pero nuestro amigo no quería luchar. Esta idea le resultaba muy extraña y nueva. Entonces se puso a hacer la práctica de inspirar y espirar y le dijo: “Si deseas golpearme, adelante, pero yo no voy a responderte, no quiero pelear. No pienso hacerlo”.

Cuando lanzas una piedra, aunque la piedra no regrese, te lastimará igualmente, y eso era lo que quería transmitir a esa persona. Como su cara y su voz irradiaban calma y no expresó ningún tipo de ira, la otra persona reaccionó del mismo modo. Dejó de agredirle y se fue.

Nuestro amigo se felicitó a sí mismo. Era su primera verdadera victoria sobre su ira. Me gustaría que si un chico o una chica intentaran provocar una pelea, practiques lo mismo que él hizo. Hay una forma mejor de responder a la ira que luchando.

viernes, 30 de marzo de 2018

CUANDO LAS COSAS SE PONEN DIFÍCILES


Las familias a veces experimentan mucho dolor y angustia. Cuando un miembro de la familia sufre, puede propagar su dolor a los demás. Por ejemplo, aunque un padre ame siempre a su hijo, a veces es incapaz de demostrárselo. De hecho, es posible que haga lo contrario. Pero el amor que siente por su hijo siempre está presente en su corazón, sólo ha de encontrar la forma de expresarlo.

Si ningún miembro de la familia es capaz de escuchar a los demás, el ambiente estará cargado de tensión y se hará casi irrespirable. La comunicación no será posible. Cuando la gente no se escucha entre sí, no puede ser feliz. Si en cuanto abres la boca el otro dice: “¡No quiero escucharte, ya sé lo que vas a decir, sólo quieres herirme!”, el deseo de compartir algo se frustra y acabamos distanciándonos unos de otros.

Para ser verdaderamente felices necesitamos que nos comprendan. A veces a lo mejor crees que no eres querido o comprendido, y esta sensación te hace sufrir. Para amar a alguien, primero hemos de intentar comprender a esa persona. Para lograrlo, practicamos el sentarnos en meditación y el escuchar; la práctica del amor consiste en esto. Te ruego que lo recuerdes. No te dejes llevar por los prejuicios y las suposiciones, no pienses que ya entiendes a esa persona.

Si creemos que la persona amada es la culpable de nuestro dolor, sufrimos mucho. En cambio, si creemos que es otra la culpable, no sufrimos tanto. En el primer caso, no podemos soportarlo, sufrimos cien veces más, queremos encerrarnos en nuestra habitación para echarnos a llorar, no deseamos verla ni hablar con ella. Aunque intente acercarse a nosotros, seguimos enfadados. No queremos que nos toque. Le decimos: “¡Déjame en paz!”, es una reacción muy normal.

Cuando te ocurra, es mejor no responder con palabras. Limítate a hacer la práctica de “detenerte”. Eso es lo que yo hago. Regreso a la respiración diciéndome en silencio: “Al inspirar, sé que estoy irritado. Al espirar, la irritación sigue ahí”. Continúo respirando así tres o cuatro veces y entonces hay un cambio.

lunes, 12 de marzo de 2018

COMO LAS HOJAS DE UN BANANO


Un día me dediqué a contemplar un banano joven, lo torné como el objeto de mi atención, de mi concentración, de mi meditación. Era un banano muy joven que sólo tenía tres hojas. La primera era la hermana mayor, la segunda, la mediana y la tercera, la más reciente, estaba aún enrollada en el interior del tronco.

Al observar atentamente las hojas del banano, descubrí que la hermana mayor vivía su propia vida. Se desplegaba disfrutando del sol y la lluvia, era una hoja preciosa. Daba la impresión de preocuparse sólo de sí misma, pero al observarla con más profundidad, uno veía que no era así en absoluto. Mientras disfrutaba de su vida como la hermana mayor, al mismo tiempo estaba ayudando a la segunda y a la tercera hojas, e incluso a una cuarta que no era visible pero que ya se había formado en el interior del tronco. La hermana mayor era la que se encargaba de alimentar al banano entero.

La primera hoja practicaba respirando y sonriendo en cada minuto de su vida. De las raíces del banano recibía los nutrientes de los que se alimentaba. Luego los devolvía al banano y a todas sus hermanas menores y a las que iban a nacer en el futuro. Vivía su propia vida y, sin embargo su existencia tenía un significado, porque estaba ayudando a alimentar y a crecer a las generaciones futuras.

La segunda hoja hacía exactamente lo mismo. Vivía plenamente su vida como hoja y al mismo tiempo realizaba la labor de enseñar, alimentar y ayudar a crecer a sus hermanas menores. Pero si uno no lo observaba con atención, no se percataba de que la primera y la segunda hojas estaban haciendo exactamente lo mismo. La tercera hoja, la más joven, estaba a punto de abrirse. Pronto sería una bella hoja que se ocuparía de sus hermanas menores.

A ti también te ocurre lo mismo. Al vivir tu vida de una manera tan hermosa, estás alimentando a tus hermanos y hermanas y a las generaciones futuras. No es sacrificando tu vida, sino llevando una vida plena y feliz, como ayudarás a las generaciones futuras.

viernes, 2 de marzo de 2018

EL BUDA Y MARA


Cuando hablamos sobre qué es el Buda, también hemos de hablar sobre qué no es. Lo opuesto al Buda es Mara. Si el Buda es Iluminación, en tal caso ha de haber algo que no sea Iluminación. Mara es la ausencia de Iluminación. Si el Buda es comprensión, Mara es la falta de comprensión, y si el Buda es bondad incondicional, Mara es odio o ira, etc. Si no comprendemos a Mara, no comprenderemos al Buda.

Del mismo modo que una rosa está formada por elementos no-rosa, el Buda está formado por elementos no-Buda y uno de ellos es Mara. Si la basura no existiera, la rosa tampoco existiría. Este descubrimiento es importante y transformó por completo mi forma de comprender al Buda.

Cuando observas una cosa quizá pienses que es inmaculada y muy hermosa y que la basura, en cambio, que no es bella ni huele demasiado bien, es lo opuesto a ella. Pero si observas con atención la rosa, verás que la basura ya estaba presente en ella antes y después de que la rosa existiera, y también en este mismo momento. ¿Cómo es eso posible?

Los jardineros no tiran la basura. Saben que si la cuidan, al cabo de algunos meses se convertirá en abono orgánico y servirá para cultivar lechugas, tomates y flores. Son capaces de ver las flores o los pepinos que hay en la basura. Pero también saben que todas las flores acaban convirtiéndose en basura. Éste es el significado de la impermanencia: todas las flores acabarán convirtiéndose en basura. Aunque la basura apeste y sea desagradable, si sabes ocuparte de ella, la transformarás en flores. En esto consiste lo que el Buda describió como ver las cosas de una forma no dualista. Si observas las cosas de ese modo, comprenderás que la basura puede convertirse en una flor y que una flor puede convertirse en basura.

Cada vez que practicas el ser consciente -cuando vives conscientemente- estás residiendo en el Buda. Y cuando vives en el olvido, estás residiendo en Mara. Pero no creas que el Buda y Mara son enemigos que se pasan todo el día luchando entre ellos. No. Son amigos. La siguiente historia que escribí te lo demuestra:

Un día el Buda se encontraba en una cueva en la que hacía un agradable frescor. Ananda, su ayudante, meditaba andando cerca de ella intentando impedir la entrada a los numerosos visitantes que acudían a visitar al Buda, para que éste no tuviera que pasarse todo el día recibiéndolos. Aquel día mientras Ananda estaba meditando, vio que alguien se aproximaba, y a medida que el visitante se iba acercando descubrió que era Mara.

Mara había intentado tentar al Buda la noche antes de que éste alcanzara la Iluminación. Le había dicho que si abandonaba la práctica de ser consciente se convertiría en un hombre poderosísimo: en un político, un rey, un presidente, un ministro o un exitoso hombre de negocios con mucho dinero y rodeado de bellas mujeres Mara hizo todo cuanto pudo para convencer al Buda, pero fracasó.

Ananda se sintió muy incómodo al ver a Mara, pero como éste ya le había visto, no podía esconderse. Se saludaron.

Mara le dijo: -Desearía ver al Buda.

jueves, 15 de febrero de 2018

EN REALIDAD NUNCA HAS NACIDO


Cuando observas la hoja de papel que estás leyendo, quizá creas que antes de ser fabricada no existía. Pero en esta hoja de papel hay una nube flotando. Si no la hubiera, no existiría la lluvia y el árbol no podría haber crecido ni producir esta hoja de papel. Aunque no seas un poeta, puedes ver en ella una nube flotando y si eliminas la nube del papel, éste se desintegra. Al observar con atención la hoja de papel y percibirla profundamente, estás percibiendo asimismo la nube.

¿Debemos preguntar si esta hoja de papel existía ya antes de ser fabricada? ¿O ha surgido de la nada? No, algo nunca surge de la nada. La hoja de papel “inter-es” con el sol, la lluvia, la Tierra, la fábrica de papel, los trabajadores de la fábrica y los alimentos que éstos comen cada día. La naturaleza del papel es la del interser. Si percibes el papel, estás percibiendo el cosmos entero. El papel, antes de nacer en la fábrica, era la luz del sol, era un árbol.

Tú también puedes creer que al nacer surgiste de la nada para convertirte de repente en algo; de no ser nadie te convertiste de pronto en alguien. Pero en realidad cuando naciste en el hospital o en casa fue sólo un momento de continuación, porque ya hacía nueve meses que existías en el seno de tu madre, y eso significa que la fecha de tu partida de nacimiento es incorrecta, ya que has de añadir nueve meses más.

Tal vez ahora creas haber dado en el clavo, que el momento en que tus padres te concibieron es cuando empezaste a existir. Pero hemos de seguir observando esta cuestión a fondo. Antes del momento de la concepción, ¿acaso no eras nada ni nadie? Antes de ese momento media parte de ti estaba ya en tu padre y la otra mitad, en tu madre, aunque bajo otra forma. Por eso incluso el momento de la concepción es un momento de continuación.

Imagínate el océano con sus innumerables olas. Las olas son todas distintas: algunas son grandes, otras pequeñas, unas son más bellas que otras. Puedes describir las olas de muchas formas, pero cuando percibes una ola, siempre estás percibiendo lo mismo: el agua.

domingo, 28 de enero de 2018

LA MEDITACIÓN DE LA RESPIRACIÓN



“Al inspirar, sé que estoy inspirando”. El “sé” es muy importante. Tu respiración es como el vínculo entre el cuerpo y la mente. Cuando entre los dos hay este vínculo que los une, es maravilloso, porque entonces estás en contacto con todo cuanto hay en ti, con el cuerpo y la mente. Y en aquel mismo momento eres dueño de ti mismo en cualquier situación. No estás siendo arrastrado por nada ni por nadie, ni siquiera por tus pensamientos. Tu mente está totalmente presente en tu cuerpo y en todo tu ser. Cuando eres consciente de estar inspirando o espirando, te das cuenta de lo que estás haciendo, estés sentado, de pie o andando. Ser consciente es muy importante.

No creas que practicar el budismo es muy difícil, al contrario, es muy fácil. ¿Eres capaz de inspirar y espirar y saber que estás inspirando y espirando? Inspirando y espirando... eso es el ser consciente. Intenta primero ser consciente de la respiración, luego del cuerpo y la mente, y al final lo serás de todo cuanto ocurre a tu alrededor.

Respirar conscientemente y con atención es una práctica muy beneficiosa. En nuestra vida cotidiana si no sabemos respirar así, si no sabemos dejar de pensar, no podremos sentir las cosas maravillosas que la vida nos ofrece como la luz del sol, los ríos, las nubes, la familia y los amigos. Respirar es algo muy bueno.

La práctica de respirar de manera consciente es muy agradable y fácil. Mientras te sientas durante algunos minutos y respiras, puedes recitar la siguiente gatha (poema):

Al inspirar, sé que estoy inspirando.
Al espirar, sé que estoy espirando.
Inspirando/Espirando.

Al inspirar, me veo como una flor.
Al espirar, me siento fresco.
Flor/Fresco.

Al inspirar, me veo como una montaña.
Al espirar, me siento sólido.
Montaña/Sólido.

Al inspirar, me veo como el agua en calma.
Al espirar, reflejo las cosas tal como son.
Agua/Reflejo.

Al inspirar, me veo como el espacio.
Al espirar, me siento libre.
Espacio/Libre.

Primero practica inspirando/Espirando tres veces. “Al inspirar, sé que estoy inspirando. Al espirar, sé que estoy espirando.” 

domingo, 14 de enero de 2018

SEMBRANDO LAS SEMILLAS DE LA FELICIDAD


En ti hay tanto semillas de felicidad como de infelicidad que han sembrado tus padres, tus antepasados o tus amigos. Cuando las semillas de la felicidad se manifiestan, te sientes muy contento. Pero cuando se manifiestan las semillas del sufrimiento, la ira y el odio, te sientes muy infeliz. La cualidad de nuestra vida depende de la cualidad de las semillas que hay en nuestra consciencia.

Cuando practicas el respirar, el sonreír y el contemplar las bellas cosas que hay a tu alrededor, estás sembrando las semillas de la belleza y la felicidad. Por eso hacemos la práctica de inspirar y vernos como una flor y de espiral y sentirnos frescos; de inspirar y vernos como una montaña y de espirar y sentirnos sólidos como una montaña. Esta práctica nos ayuda a sembrar las semillas de la estabilidad y el frescor en nosotros. Cada vez que caminamos con calma y tranquilidad, o que sonreímos y nos relajamos, estamos sembrando las semillas que fortalecerán nuestra felicidad. A cada paso feliz que damos, sembramos una semilla de la felicidad.

jueves, 4 de enero de 2018

SENTADO BAJO EL MANZANO ROSAL


Meditar sentado es una forma de volver al aquí y al ahora. La meditación es un método fantástico para detenerte. Si sabemos hacer la práctica de meditar sentados, nuestra mente se volverá clara, fuerte y estable. Entonces nadie podrá provocamos fácilmente ni hacernos perder la calma. Así que has de sentarte como si fueras una montaña. Por más fuerte que sea el viento, nunca logrará derribar una montaña. Si no puedes meditar sentado durante media hora, hazlo sólo durante tres minutos. Si consigues sentarte como si fueras una montaña durante tres minutos, estará ya muy bien.

Cuando te sientes a meditar, asegúrate de no hacerlo por ninguna otra razón, siéntate por ti. ¿Por qué me siento a meditad? ¡Porque me gusta! No digas: “Lo hago porque quiero alcanzar la Budeidad”. Si alguien te pregunta por qué te sientas a meditar, dile: “Lo hago porque me gustan". Yo creo que es la mejor respuesta. Disfrutas meditando porque te conviertes en una flor, en una montaña, en unas aguas calmas y en el espacio vacío. Cuando te conviertes en todas esas cosas maravillosas, eres realmente tú mismo y vives profundamente en el aquí y el ahora.

La siguiente historia trata de Siddharta, el Buda, cuando era niño:

Cuando Siddharta tenía nueve años sus padres le dejaron asistir con unos compañeros del colegio a la ceremonia de la arada de los campos. El rey Siddharta la presidía cada año. Gotami, la madre de Siddharta, lo atavió para la ocasión con las prendas más lujosas.

La ceremonia se realizó en una de las tierras más Fértiles del reino. Los sacerdotes empezaron a recitar las escrituras sagradas. Luego el rey con la ayuda de dos miembros de su ejército, aró la primera hilera del campo mientras la multitud les ovacionaba entusiasmada. ¡La estación de la arada había empezado! Los agricultores, sonriendo el gesto del rey, se dispusieron a arar sus propios campos.

Siddharta se quedó en el extremo de un campo contemplando cómo un agricultor enganchaba el arado a un búfalo de agua. Asegurándolo con una mano, azuzó con la otra al animal. El búfalo empezó a tirar con firmeza del pesado arado. El cuerpo del agricultor brillaba bajo el ardiente sol empapado de sudor. El arado firme dividiendo la fértil tierra en dos precisos surcos.

viernes, 22 de diciembre de 2017

LA PRÁCTICA DE DETENERSE


El primer paso para aprender a vivir profundamente en el aquí y el ahora es hacer la práctica de detenerse. Hay una historia zen muy conocida acerca de un hombre que iba sobre un caballo galopando. Alguien, al verlo, le grita: “¿A dónde vas?”. Y el jinete le contesta dándose la vuelta: “¡No lo sé, pregúntaselo al caballo!”.

La historia resulta divertida, pero al mismo tiempo es cierta. Nosotros no sabemos exactamente a dónde vamos o por qué nos apresuramos tanto. Un caballo galopando nos está arrastrando y decidiéndolo todo por nosotros. Y nosotros le seguirnos. Este caballo se llama “la energía del hábito”. Posiblemente hayas recibido esta energía de tus padres o de tus antepasados. Esta energía es la que te está dictando tus palabras y acciones, tú no eres tu verdadero soberano, es el caballo y no tú el que te está haciendo avanzar. Es la energía del hábito la que te empuja a decir y hacer cosas a pesar de no ser ésa tu intención, algo que te perjudica tanto a ti como a los demás.

Por ejemplo, aun sabiendo que si decimos algo desagradable haremos sufrir tanto a quienes nos rodean como a nosotros mismos”, lo decimos igualmente. Más tarde lo lamentamos y exclamamos: “¡No pude evitarlo! el deseo fue más fuerte que yo”. Nos prometemos de todo corazón que la próxima vez no actuaremos así, pero cuando la situación vuelve a repetirse nos comportamos exactamente del mismo modo, haciendo y diciendo cosas que no sólo perjudican a los demás sino también a nosotros mismos. Esta clase de energía es la energía del hábito.

Nuestra tarea consiste en tomar consciencia de ella y en no dejar que nos arrastre nunca más. Le sonreímos y decirnos: “Hola, energía del hábito, sé que estás aquí”. El primer paso para cuidar de ti es aprender a detenerte y mirar en tu interior. Es una práctica maravillosa.

jueves, 14 de diciembre de 2017

LA PRÁCTICA DE SER CONSCIENTE


Si no somos plenamente conscientes, no podemos ser felices ni estar en paz. Esta práctica nos recuerda que debemos volver al momento presente. Todo cuanto buscamos lo tenemos ya aquí mismo en el momento presente. Si nos permitimos estar en el momento presente, podremos sentir cosas maravillosas. De lo contrario, seguiremos luchando en nuestro interior.

El ser plenamente conscientes nos ayuda a ser más felices y a ver la belleza de las cosas con más profundidad. Cuando contemplas la luna llena siendo consciente de ella, es mucho más bella. Cuando abrazas a una persona siendo consciente de ella, se vuelve más real y dulce.

Al inspirar, está viva.

Ahora se encuentra entre mis brazos, al espirar, soy muy feliz.

Si no eres consciente, no estás vivo de verdad, pero cuando lo eres, todo cuanto haces se vuelve más brillante, más bello. Cuando contemplas una flor siendo consciente de ella, la flor te revela profundamente su belleza. La práctica de ser consciente consiste en ser feliz y en disfrutar de lo que los momentos de la vida te ofrecen, incluyendo las cosas maravillosas que hay dentro de ti -los ojos, el corazón, los pulmones-, y fuera de ti -el sol, las personas, los pájaros, los árboles, al ser consciente descubrirás que tienes más razones para ser feliz de las que creías.

Esta práctica también te ayudará a curar el dolor. Cuando el dolor entra en contacto con tu estado de ser consciente, empieza a desaparecer poco a poco. Si estás sufriendo sin darte cuenta, el dolor que sientes seguirá en ti durante mucho tiempo. Pero cuando lo reconoces y lo rodeas con los brazos de tu plena consciencia, empieza a transformarse.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

INVITANDO A LA CAMPANA A SONAR


En el pasado, cuando no había teléfonos, las personas que vivían lejos unas de otras no podían hablar entre ellas. El invento del teléfono fue como un milagro. Ahora no te parece maravilloso porque te has acostumbrado a él, pero es un invento realmente increíble. Cada vez que lo usamos y oímos la voz de un ser amado que está lejos, nos sentimos muy felices. La campana es una especie de teléfono porque oír su tañido es como escuchar la voz de un ser querido por el teléfono.

El sonido de la campana podría describirse como la voz del Buda llamándonos de vuelta a casa, recordándonos que debemos estar más en paz con nosotros mismos y con el mundo. Prestamos una afectuosa atención a esta voz. Escuchar el sonido de la campana es algo maravilloso y puede darnos mucha paz y alegría. Nos hace volver a maestro verdadero hogar.

Cuando nos alejamos durante mucho tiempo de nuestro verdadero hogar, ansiamos volver a él. En nuestro verdadero hogar nos sentimos en paz, sabemos que no hemos de ir corriendo a ninguna parte y que no tenemos problemas. Podemos relajarnos y ser nosotros mismos. Tú ya eres lo que quieres ser. Tu forma de ser ya es maravillosa. No necesitas ser ninguna otra cosa ni persona.

Fíjate en un manzano. Para el manzano es algo maravilloso ser un manzano. No necesita convertirse en ninguna otra cosa. ¡Qué maravilloso es que yo sea yo mismo, que tú seas tú mismo! No hay por qué intentar ser alguna otra cosa o persona. Sólo tenemos que permitimos ser lo que ya somos y disfrutar siendo tal como somos. Esta sensación, este descubrimiento, es nuestro verdadero hogar. Cada uno de nosotros tiene un verdadero hogar en su interior.

Nuestro verdadero hogar siempre nos está llamando, día y noche, con una voz muy clara. No cesa de enviarnos oleadas de amor y de interés, pero no las captamos porque estamos muy ocupados, al oír la campana, recordamos que nos está ayudando a regresar a nuestro verdadero hogar y dejamos por unos momentos lo que estamos haciendo, estemos hablando, pensando, jugando, cantando, charlando con amigos o ¡incluso meditando!, lo dejamos todo para volver a nuestro verdadero hogar.

Cuando escuches el sonido de la campana, al Buda de la campana, deja de hablar, de pensar o de hacer lo que estés haciendo, porque en aquel momento estás escucharlo la voz de alguien a quien amas y respetas mucho. Guarda silencio y escucha con todo tu corazón. Si la campana suena tres veces, escúchala y respira profundamente durante este tiempo con concentración. Al inspirar, te sientes bien; al espirar, te sientes feliz. Es muy importante que te sientas feliz, de lo contrario, de qué serviría respirar y practicar si no te ayudara a sentirte bien, a ser más feliz el deseo más profundo que todos tenemos es el de ser felices y hacer felices a las personas y seres que nos rodean.

A lo mejor te gustaría invitar a la campana a sonar. Si es así, hazlo de la siguiente forma: En primer lugar sostén la campana en alto, deja el cojín de la campana en el suelo y usa la palma de la mano a modo de cojín. Tu mano sosteniendo la campana se ve muy hermosa, es como un crisantemo o una flor de loto con los cinco pétalos abiertos. La mano es el loto, y la campana, la valiosa joya que hay en él. Entonces la miramos y decirnos: “¡Oh, la joya que está en el loto!”, o en sánscrito, om mani padme hum.

domingo, 26 de noviembre de 2017

SINTIENDO AL BUDA QUE HAY DENTRO DE TI


En los textos budistas llamados “sutras” el mensaje más importante que hay es que todo el mundo tiene la capacidad de ser un Buda: la capacidad de amar, comprender e iluminarse. Es el mensaje más importante que contienen.

La práctica que me gustaría enseñarte se llama “Recodar al Buda” y se enseña en todas las escuelas de la tradición budista. En esta práctica sientes al Buda que hay dentro ti y todas sus cualidades, y sabes que es totalmente real, no es una idea ni un concepto, sino una realidad. Nuestra labor, nuestra vida, nuestra práctica consiste en alimentar Buda que hay en nosotros y en las personas que amamos.

Tal vez desees dedicar tres o cuatro minutos para la esta práctica solo o con algunos amigos. Si es así, siéntate silencio, inspira y espira durante algunos momentos para calmarte, y luego pregunta: “Pequeño Buda, ¿estás aquí?”. Haz la pregunta con una gran atención y silencio: “Pequeño Buda ¿estás aquí?”. Al principio puede que no oigas su respuesta siempre te contestará, pero si no estás lo suficientemente tranquilo, no la oirás. “¿Hay alguien? Pequeño Buda, ¿estás aquí?”. Y entonces oirás la voz de tu pequeño Buda respondiéndote: “Sí, querido, claro que sí. Yo siempre estoy aquí para ti”.

Al oírlo, sonríes y dices en tu fuero interno: “Sé, pequeño Buda, que tú eres mi serenidad. Sé que siempre estás aquí y necesito que me ayudes a estar sereno. A menudo no estoy tan tranquilo como me gustaría. Chillo, me comporto como si el Buda no estuviera en mí. Pero sé que estás aquí, sé que soy capaz de estar sereno. Gracias, pequeño Buda, necesito que estés dentro de mí”. Y él te responde: “Claro que estaré en ti siempre. Ven a visitarme cuando puedas”. Ésta es la práctica de sentir al Buda que hay dentro ti. Es una práctica muy importante para todos nosotros.

A mí me encantaría sentarme cerca de los niños porque tienen un gran frescor. Cada vez que practico la meditación andando cogido de la mano de un niño, su frescor me conforta. Puede que yo le ofrezca a cambio mi estabilidad, pero su frescor me beneficia mucho. Si pierdes la paz de  la alegría, recuerda que en el pasado tú también tenías en unas ocasiones ese frescor. Y si intentas sentir al Buda que hay dentro de ti, tu frescor seguirá aumentando. Puedes decir al Buda que hay dentro de ti: “Querido pequeño Buda, tú eres mi frescor. Gracias por estar aquí”. “Querido pequeño Buda, tú eres mi ternura”, ya que a todos nos hace falta ternura.

jueves, 2 de noviembre de 2017

A MI VERDADERO HOGAR


Introducción de Thich Nhat Hanh

Escucha, escucha, este maravilloso sonido me devuelve a mi verdadero hogar.

Cuando yo tenía nueve años vi en la portada de una revista una imagen del Buda sentado sobre la hierba con una expresión muy serena. En aquel momento supe que yo también quería estar tan tranquilo y feliz como él. Dos años más tarda, mientras cinco amigos estábamos sentados charlando sobre lo que queríamos ser de mayores, nos planteamos muchas profesiones distintas: uno de nosotros dijo que quería ser médico; otro, ingeniero, y otro, ejercer alguna otra profesión. Pero después de un rato nos dimos cuenta de que ninguna de aquellas profesiones nos atraía de veras.

Mi hermano Nho dijo entonces: “Quiero ser monje”. En una idea nueva, pero yo sabía que también quería serlo. En parte debido a la imagen que había visto en la portada de la revista.

Uno de los chicos exclamó: “¿Por qué no nos hacemos todos monjes?”. Fue una conversación infantil, pero en realidad acabamos los cinco siendo monjes. Uno se hizo monje católico, y los cuatro restantes nos hicimos monjes budistas. Y hasta el día de hoy, tres de nosotros seguimos siéndolo. Las semillas para hacerme monje se sembraron profundamente en mí después de aquella conversación. Yo quería de veras serlo, pero sabía que a mis padres les costaría aceptarlo, porque la vida de monje es muy modesta y ellos querían que sus hijos disfrutaran del bienestar de una buena posición económica en la vida. Sabía que debía irles preparando para darles esta noticia con mucha delicadeza.

En aquella época escribía un diario y de vez en cuando anotaba en él mi deseo de ser monje. Un día le pedí a mi madre que se lo leyera a mi padre para que él se fuera acostumbrando a la idea, ya que me resultaba demasiado difícil decírselo personalmente. De esa forma, paso a paso, poquito a poco, fui ganándome la aprobación de mis padres hasta que me permitieron ingresar en un templo. A los dieciséis años me convertí en un novicio.

martes, 31 de octubre de 2017

TÚ ERES YA UN FUTURO BUDA


El nombre de “Buda” viene de la palabra “bud”. “Bud” significa despertar, comprender y conocer. Un Buda es aquel que está despierto, que es consciente de lo que está sucediendo en el momento presente. Posee una comprensión y un amor muy profundos. Todo el mundo puede ser un Buda. Todos somos futuros Budas. Lo somos porque podemos tener una profunda comprensión y una gran capacidad para amar y aliviar el sufrimiento de los demás.

Los amigos del Buda suelen saludarse entre sí uniendo las palmas de las manos como una flor de loto. El loto es una flor muy hermosa parecida a una magnolia. Unimos las palmas y mientras inspiramos decimos mentalmente en silencio: “Te ofrezco un loto”. Luego nos inclinamos, exhalamos el aire y decimos mentalmente en silencio: “Un futuro Buda”. Ofrecemos este gesto como un regalo.

El Buda dijo que hay muchos otros Budas en todas partes que están enseñando e intentando llevar el amor y la compasión a la vida cotidiana. El Buda dijo: “Todos vosotros sois futuros Budas”. Y tenía razón, porque en cada uno de nosotros hay semillas de comprensión, amor y compasión. Cuando cultivamos el amor y la comprensión, regamos esas semillas y entonces crecen y dan fruto. Si practicamos según las enseñanzas del Buda, nos convertimos en Budas.
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