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jueves, 30 de noviembre de 2017

EN RESUMEN DEL LIBRO (A MODO DE DESPEDIDA)


Un monje zen se disponía a hablar en la plaza mayor de un pueblo. Había redactado cuidadosamente su discurso, y se disponía a leerlo cuando una ráfaga de viento se llevó volando los papeles hasta las ramas de un limonero. Cogido desprevenido, incapaz de recuperar el hilo de su arenga, dijo:

-Amigos míos, he aquí, en resumen, lo que quería exponeros: cuando tengo hambre, como, y cuando estoy fatigado, duermo.

-Pero ¿acaso no todo el mundo hace lo mismo, maestro? -pregunta alguien de la multitud.

-¡No! ¡No de la misma manera!

-¿Por qué, maestro?

-Cuando la gente come, piensa en mil cosas, cuando se duerme, piensa en sus problemas. ¡Por eso no hace como yo!

Entonces el monje descendió y se mezcló con ellos, recogió las limosnas y a los que le preguntaban les respondía:

«En cuanto a los detalles, los encontraréis en las ramas del limonero ... »


Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

martes, 24 de octubre de 2017

EL TAMBOR MÁGICO


¿Mis poderes sobrenaturales, mis poderes maravillosos? 
Son sacar agua y traer leña. 
P'ang Yun (740-811) 

Érase una vez un muchacho llamado Gengoró. Era un desharrapado, un golfo, un vagabundo, que arrastraba por los caminos sus harapos y no tenía padre, ni madre, ni casa. Una mañana de verano se despertó a la orilla de un río y descubrió entre la espesura un pequeño tambor mágico, abandonado por algún dios de las aguas. Muy contento con esa ganga, lo cogió, lo ató a su cinturón y quiso verificar inmediatamente sus poderes: 

-¡Nariz, crece, crece! -dijo, tocando el tambor, y su nariz creció y creció, y cuanto más tocaba el tambor más se alargaba su nariz. Su apéndice pronto cruzó el río y, con gran regocijo por su parte, salió por encima de la copa de los árboles, al otro lado del agua. 

-¡Nariz, encógete, encógete!-dijo entonces tocando el tambor, y su nariz volvió a su medida normal. 

Era un juego muy distraído, y Gengoró, que era un bromista, lo habría prolongado un buen rato. Pero, mientras caminaba, reflexionaba. Utilizado con tino, ese tam bor mágico podía procurarle gloria y fortuna. En aquel momento pasaba por delante de la residencia de un gran señor que tenía, decían, una hija bella como el sol, en edad de casarse. Gengoro, con su tambor mágico sujeto al cinto, merodeó por los alrededores. Finalmente descubrió un agujero en un seto, se metió en él y, después de atravesar varios patios, se encontró en el gineceo. Allí, una muchacha bellísima, como sólo existen en sueños, estaba sentada al borde de un estanque y contemplaba en el agua una flor de loto. Gengoró se acercó y murmuró, tocando su tambor mágico: 

-Nariz de muchacha, encógete, encógete ... 

jueves, 28 de septiembre de 2017

CHAO-CHU


Un día en que Chao-Chu cayó en la nieve, gritó: ¡Socorro, socorro!». Un monje vino a tenderse a su lado. Entonces Chao-Chu se levantó y se fue . 

***

-¿Esto es un cuento? -pregunta el discípulo. 

-Sí -dice el maestro. 

-Pero es un cuento absurdo. El personaje central cae en la nieve y parece incapaz de levantarse. ¿Por qué? ¿Es un niño, un anciano, un lisiado, se ha sentido indispuesto, había un hoyo en el camino? Aparece un monje que, en vez de socorrerle, de tenderle la mano, se echa a su lado. Es un acto incomprensible, irrazonable, descabellado. ¿No sois de esta opinión, maestro? 

-Reflexiona -dice el maestro del Zen-, este cuento es un koan, que puede ayudarte en el camino del Despertar. 

El discípulo se pone a buscar. Pero los días pasan y si gue sin comprender nada de ese cuento. Veamos, si Chai- Chu estaba herido, ¿ cómo ha podido curarle la sola presencia de un monje a su lado? ¿Era un mago ese monje? 

Supongamos, se dice el discípulo, que Chao-Chu viera un fantasma, un dragón, que estuviera paralizado de miedo, la santa presencia del monje a su lado le hace recobrar el valor, le permite salir fuera del hoyo. Pero entonces ¿por qué no da las gracias a su salvador? ¡Se aleja, indiferente, como si el monje no existiera! El discípulo se afanó así durante varios años, dando vueltas y más vueltas al problema en su cabeza.

lunes, 4 de septiembre de 2017

EL SEÑOR HAN


El honorable señor Han, mandarín de alto rango, gozaba de un retiro amable en su finca campestre. No detestaba la sociedad, y recibía a menudo al señor Siu, un vecino de trato agradable. Aquel día, mientras conversaban los dos bajo la fresca sombra, tomando el té y comiendo pasteles de arroz, les llegó desde las cocinas el ruido de un altercado. El señor Han se informó. ¡Un monje mendicante quería ser recibido por el dueño de la casa en persona! 

-Insiste con descaro ... -explicó el intendente. 

-¡Dejadle venir! -dijo el señor Han. 

El monje zen, vestido con ropas gastadas y agujereadas, no tenía buena apariencia. El señor Han le interrogó con bondad: 

-Llegué hace poco a vuestra pequeña aldea -dijo el miserable clérigo-. Me he instalado en el templo en ruinas, al este del pueblo. ¡Me han hablado de vuestra generosidad, y por esto he venido! 

Mientras hablaba, el monje andrajoso se servía abundantemente de los alimentos dispuestos en la mesa. Apreciaba los pasteles de arroz, tanto los salados como los dulces. Picoteaba a su gusto en los tazones de porcelana y comía aquí semillas de calabaza, y allí de girasol. No desdeñaba los panecillos de carne, y se comió tres, perfumados con semillas de sésamo y de loto. Entre dos bocados cogía almendras y frutos secos y, para digerirlo todo, bebía numerosas tazas de té. Una veintena, contabilizó el señor Siu, al que la desvergüenza del personaje escandalizaba.

domingo, 13 de agosto de 2017

LA LEYENDA DEL CUCLILLO


El gallo francés cacarea en francés: «[Cocorico!», el gallo alemán, en alemán: «¡Kire-kiki!», y el gallo inglés, como es debido, en inglés: «¡Cook-e-doodle-do!». Los gallos hablan la lengua de sus países respectivos, ¿o quizá son los humanos quienes interpretan a su manera el grito inocente de las gallináceas? La cuestión hace sonreír, pero hay un canto que uno no puede, ciertamente, modular a su gusto: ¡el del cuclillo! En efecto, ¿cómo transformar esa música binaria, repetitiva, de una claridad tan evidente: «cucú ... cucú.,»? El que ha oído una vez la voz bien timbrada del volatinero de la primavera sabe muy bien que el cuclillo hace «cucú» y nada más. Sin embargo, en el país del Sol Naciente se afirma que el cuclillo no dice «cucú ... cucú ... », sino «kakkó ... kakkó ... » Añaden, incluso, que para ello tiene una razón excelente. 

Hace muchísimo tiempo, papá cuclillo pidió un día a su hija que le rascara la espalda, cosa que él no podía hacer a pesar de sus intentos vanos y desesperados de retorcer el pico. La señorita atravesaba las tormentas de la adolescencia. Se negó a hacerlo, con el pretexto de que a papá no le gustaba cierto cuclillo juvenil que exhibía una vestimenta pardorojiza de muy mal efecto y que le hacía parecer un cernícalo hembra.

-¡Grotesco! -fulminaba papá- ¡ Un cuclillo gris se viste de gris!

-¡Tú no sabes nada, es la última moda! -replicaba su hija.

viernes, 30 de junio de 2017

ANSHI


Érase una vez ... una suegra atroz, como sólo existen en los cuentos, injusta, áspera, cruel. Había acogido de mala gana a la esposa principal que su hijo había elegido. Anshi, sin embargo, era bella, demasiado quizá para el gusto de la madrastra. Hija de un señor de la corte que había tenido la mala suerte de disgustar al emperador y había caído en desgracia, la noble muchacha había tenido que casarse con un funcionario menesteroso. Conservaba muchos rasgos de su pasado esplendor: su larga cabellera, sus maneras delicadas, la gracia de su silueta, el nácar de sus mejillas, la elegancia de su porte. Pero a la odiosa suegra todo esto la traía sin cuidado y abrumaba a su nuera con tareas domésticas: cocinar, lavar, barrer... La infeliz trabajaba sin descanso a lo largo de todo el día, y como premio no recibía más que palabras hirientes: 

-Aquí no estás en la corte -vociferaba la arpía-. 

¡Has tenido mucha suerte de casarte con mi hijo, inútil, pretenciosa, desvergonzada! 

Anshi se callaba. En la época Heian20, el código japonés, en el capítulo «De los hogares», indicaba los diferentes motivos que justificaban el repudio de una esposa, es decir, su deshonor, su muerte social. Los dos primeros: la esterilidad y el adulterio; el tercero, que es el que nos interesa aquí: «La falta de piedad filial respecto a los suegros». 

Esta cláusula dejaba de hecho a la joven recién casada a la merced de su familia política, y de su suegra en particular. Señalemos, a título de información, otros tres motivos de repudio, que dan que pensar: 

domingo, 25 de junio de 2017

EL DEDO DE ORO


Un día del tiempo pasado, en la antigua China, un ermitaño un poco mago recibió la visita de un amigo de juventud, llamado Siang-Ju. El santo monje vivía desde hacía muchos años en el corazón de la montaña profunda, por lo que recibió a su amigo con efusión y alegría. Le ofreció comida y refugio para la noche. 

Al día siguiente le dijo: 

-Siang-Ju, en recuerdo de los años de nuestra juventud, quiero hacerte un regalo. 

Y apuntando con el dedo a una gran piedra, la transformó en un bloque de oro puro. En lugar de alegrarse, su amigo conservaba un aire ceñudo. Ni siquiera le dio las gracias: 

-Monje Wei -le dijo-, he hecho un largo viaje para llegar hasta ti en el corazón de la montaña profunda. ¿Por qué iba a contentarme con un pequeño bloque de oro puro?

jueves, 18 de mayo de 2017

LA «PERRA» DEL RUISEÑOR


Esta historia es ahora cosa del pasado. Érase una vez un muchacho que vivía con su madre en una pobre cabaña. Decidió ir a buscar trabajo a la gran ciudad. Por el camino, mientras subía a la cima de una montaña, le sorprendió una tormenta. Caía la noche. A lo lejos divisó una luz y se dirigió hacia ella. Calado hasta los huesos, llamó a la puerta. Una mujer joven sonriente y muy bella le recibió. Su voz era melodiosa, una especie de crescendo líquido, claro y fluido que hacía bailar cada una de sus frases: «Huic, ti-u, ti-u, ti-u ... » Le ofreció comida. Mientras comía, la mujer le hizo preguntas. 

-Veo -dijo después de haberle escuchado-- que esperas encontrar trabajo en Edo, en la gran ciudad. Pero yo vivo sola aquí, ¿quieres trabajar para mí? 

***

El joven aceptó. 

El muchacho cortaba leña, realizaba las tareas cotidianas, araba el campo. Era animoso y honrado, y la mujer le apreciaba. Un día, ésta dijo: 

-Tengo que ausentarme por un tiempo. Sabes que detrás de la casa hay tres reservados. Te pido expresamente que nunca entres, y ni siquiera mires, en el interior del tercero. 

El muchacho obedeció escrupulosamente. Nunca entró en el tercer reservado, y ni siquiera le lanzó una mirada furtiva. Así pasó un año. Una mañana de otoño dijo: 

-Quisiera volver a ver a mi madre, ¿podrías darme permiso? 

jueves, 6 de abril de 2017

EL MONJE Y EL PINO PIÑONERO


En el Oriente cristiano de los primeros siglos, los estilitas fueron esos anacoretas que establecieron sus celdas en lo alto de pórticos o de columnas en ruina. San Simeón el Antiguo (hacia 390-459) es el más célebre. La leyenda refiere que un monje zen imitó este modelo. Pero a falta de pórticos y columnas, o por gusto por la simplicidad, se instaló en la copa de un pino piñonero. Este árbol, que se encuentra habitualmente en las laderas rocosas y montañosas de la gran isla de Honshu18, es elegante, en forma de espiral, y su follaje de un hermoso verde oscuro toma en la cima una forma redondeada en forma de parasol. Esta singularidad permite en rigor una instalación precaria, si no agradable, que no está exenta de peligros. 

Los habitantes del lugar daban al monje llamado Dori el sobrenombre de «Maestro nido de pájaro». Un célebre poeta decidió hacerle una visita. Cuando llegó al pie del árbol, el monje estaba practicando Zazen, la «postura del despertar»: las piernas dobladas en forma de loto, la espalda derecha, los ojos medio cerrados, la mirada posada a unos dos metros delante de él, las manos en el regazo, con las palmas hacia arriba, la mano izquierda sobre la mano derecha19, con los pulgares formando una cúpula y tocándose ligeramente. La respiración igual, regular, apacible, los labios juntos sin estar apretados, la lengua apoyada en la bóveda del paladar, la atención fija en hara, ese punto situado unos cuatro centímetros por encima del ombligo. La mente, por último, penetrada de silencio. El silencio zen, que no es simple ausencia de ruido, sino que permite aprehender lo esencial, hace próximas y familiares la vida y la muerte, mezcla nuestra pequeña existencia con la Vida universal abre en nosotros la puerta secreta y el camino al Abs... (texto incompleto y no legible del libro donde se tomo).

***

El poeta sumergido en el mundo, lleno de esperanzas, de deseos, de miedos, de ruido, de fiebre y de vanagloria, interpeló al maestro zen: 

sábado, 1 de abril de 2017

EL REY DE LOS DRAGONES SE CASA


Se puede amar en cualquier edad; e incluso en la hora melancólica en que el fuego se extingue en los ojos, la garra se embota, las alas están desplumadas y la cola de serpiente se ha vuelto blanca con los años. Así, el rey de los dragones se enamoró, a una edad avanzada y casi senescente, de una joven dragona de dieciséis años. 

***

Se casaron. La señora tenía en los ojos una llama nueva, garras de leona bien aceradas y en todo su cuerpo ocelado como un rocío de primavera. Una vez terminadas las celebraciones de la boda, todo el mundo regresó a su casa, incluso los peces, los súbditos más fieles del rey de los dragones. La joven recién casada se aburrió. Hasta el punto de que se puso enferma. Su anciano esposo, loco de inquietud, hizo llamar a su cabecera a los médicos más famosos. Su diagnóstico fue pesimista. La enfermedad iba a seguir su curso inexorable y la reina se moriría, a menos que se accediera a satisfacer un deseo secreto que la consumía. 

El rey de los dragones suplicó a su esposa: 

-Muy amada esposa, perla de mis ojos, canto de mi corazón, dime lo que deseas y, sea lo que sea, te juro solemnemente que te lo concederé. 

Tras mucho llorar y muchas negativas, la joven reina reveló su secreto: 

-Deseo ... -dijo entre dos sollozos- el hígado de un mono vivo. Siento que después de consumirlo recobraré la salud. 

-¡El hígado de un mono vivo! -exclamó su esposo-. 

Mi dulce amiga, ¡no puede ser! No tengo ninguna autoridad sobre el pueblo del bosque, y una guerra en este momento... 

-¡Ah, señor-se lamentó la joven recién casada-, no me amáis! ¡Os negáis a concederme el primer favor que os pido!.... 

Y la desdichada reina se desmayó, vencida por la aflicción. Era tan conmovedora, con su joven cuerpo escamoso tendido sobre la arena de la orilla, que el viejo rey cedió y decidió satisfacerla. A toda costa. 

Una guerra estaba excluida. Optó por la diplomacia. Hizo llamar a la medusa, noble dama de su corte: leal, adicta y sin demasiada malicia. En aquellos tiempos las medusas eran peces corrientes, con ojos, aletas, cola e incluso unas cortas patas que les permitían desplazarse en tierra firme. 

-Os envío en calidad de embajadora extraordinaria ante el pueblo del bosque -declaró el rey de los dragones. 

La medusa se inclinó, con la mirada llena de orgullo: 

-Estoy a vuestras órdenes, señor. 

-Debéis persuadir a un mono a que venga a nuestro país. No importan los medios. Habladle de frutos deliciosos: bananas, cocos ... Decidle que será tratado como un príncipe, que en nuestras regiones gozamos de un verano perpetuo ... , en fin, lo que se os ocurra. Cuando esté en nuestro poder, le quitaremos el hígado con el fin de salvar a la reina. 

-Soy vuestra servidora--dijo la medusa, que salió andando hacia atrás y encadenando las tres reverencias que, como todo el mundo sabe, son costumbre en la corte del rey de los dragones.

*** 

Al cabo de tres días de viaje, la medusa llegó al país de los monos. Interpeló al primero que vio balanceándose en las ramas de un cocotero: 

-Honorable simio --dijo-. Vengo del país del rey de los dragones, que reina sobre el mar y sus orillas. Mi señor os invita a su corte. Seréis recibido como un príncipe y se os ofrecerán frutos deliciosos: cocos, arecas y también nuez moscada, frutos de palmera, nueces frescas y nueces secadas en nuestras bodegas. En nuestro reino siempre hace buen tiempo, la gente es de trato amable y además no encontraréis allí ni rastro de la abominable raza de los hombres. 

Y se calló, sin aliento. 

Al mono le hacía gracia, contemplaba a la medusa desde lo alto de su rama. A decir verdad, dudaba ... esta señorita pez tenía aspecto honrado y bastante ingenuo, ¿por qué no intentar la aventura? 

Saltó al suelo: 

-Vamos -dijo-. Tengo curiosidad por visitar vuestro país y saludar a vuestro señor, el rey de los dragones. 

-Tendréis que subiros a mi espalda, tomaremos el camino del mar, que es más corto --explicó la medusa amablemente. 

***

Unas horas después de la partida el mono ya lamentaba haber tomado aquella decisión apresurada. El mar les rodeaba hasta el infinito ... La medusa nadaba en silencio. Una vaga angustia le oprimió. Intentó entablar un diálogo: 

-Decidme, querida amiga-dijo con una ligera risa-, ¿por qué me habéis escogido a mí? 

-Nuestra reina está enferma -dijo la medusa con simplicidad--, y para recuperar la salud necesita un hígado de mono vivo, de cualquiera. 

-Ya veo... -dijo el mono. 

Un miedo abominable le retorcía el estómago. A su alrededor el mar, nada de tierra en el horizonte ... Tenía que utilizar una estratagema para salvar la vida: 

-Ya veo -repitió, y añadió: -Es para mí un honor contribuir modestamente a la curación de vuestra reina. 

La medusa, que carecía de malicia, aprobó estas palabras: 

-El rey estará contento de nosotros -pensó. 

***

Pasó una hora en silencio. La medusa nadaba, el mono meditaba. De pronto exclamó: 

-¡Pero ... , ahora que lo pienso! Esta mañana, justo antes de vuestra llegada, he colgado mi hígado de una rama de castaño. Tenía intención de jugar con los cocos; y como el hígado es una cosa preciosa lo puse a cubierto. ¡Qué contratiempo! ¡Estoy absolutamente desolado! 

-¿Qué vamos a hacer? -preguntó la medusa-. Mi señor no me perdonará que me presente en la corte con un mono privado de su hígado. 

-Sería más razonable volver atrás -aconsejó el mono. La medusa estuvo de acuerdo. Rehicieron el camino en sentido inverso. Apenas llegaron, el antropoide saltó a la rama más alta de un castaño: 

-No veo mi hígado -gritó-, algún bromista me lo habrá robado; querida amiga, regresad junto a vuestro señor. Cuando volváis, sin duda ya lo habré recuperado. 

Y desapareció en el bosque, haciendo con la mano un saludo desenvuelto y vivaracho. 

***

Cuando la pobre medusa se presentó ante el rey de los dragones, éste montó en una cólera espantosa: 

Sois una estúpida! -aulló, y llamó a sus hombres para que la golpearan hasta dejarla hecha picadillo. Los sirvientes obedecieron tan bien que hoy la medusa ya no tiene en todo el cuerpo más que un solo hueso entero. Es esa cosa gelatinosa, provista de filamentos urticantes que infligen desagradables quemaduras. Expresa de este modo su aversión por la raza de los monos. 

Se dice incluso que guarda rencor a toda la especie de los mamíferos. 

En cuanto a la reina de los dragones, no obtuvo el hígado que reclamaba

Pronto dejó de pensar en ello y se curó muy bien sin él. 

Comentario: 

¿Por qué los viejos reyes se casan con reinas apenas núbiles? 

¿Por qué las jóvenes recién casadas tienen caprichos extravagantes? 

¿Por qué los monos se lanzan atolondradamente a locas aventuras? 

¿Porqué las medusas fieles e ingenuas son engañadas por los listos y castigadas por el señor al que han servido lo mejor que han podido? 

¿Por qué el mundo, a través de sus formas múltiples, es lo que es? · 

¿Por qué todo eso? 

***

¡La primera luciérnaga! Se ha ido, ha volado. 
El viento me ha quedado en la mano17

«Todo esto es un gran koan», dice el maestro del Zen. 

¿Qué es un koan? 

El koan es una de las vías del Zen. Se trata de un ejercicio mental que tiene por objeto hacemos abandonar nuestros modos habituales de pensar para familiarizarnos con otra aproximación a la realidad. En lugar de las comparaciones, del razonamiento y de la lógica, que nos permiten vincular entre sí a los fenómenos, la gratuidad, la incongruencia e incluso la absurdidad del koan nos desestabiliza, nos obliga a ir directamente al corazón de las cosas, y nos ofrece la ocasión de una nueva experiencia, la del «Despertar». 

Veamos algunos ejemplos célebres de koans: 

«¿Cuál era tu rostro antes del nacimiento de tus padres?» 

«Conoces el ruido que hacen dos manos, pero ¿cuál es el ruido de una sola mano?» 

«-¿ Cuál es el principio fundamental del budismo zen? 

-pregunta el discípulo. 

-El ciprés en el patio. 

-Maestro, ¿queréis decir con eso que el ciprés, un árbol de longevidad excepcional, de follaje persistente, de madera casi imputrescible, simboliza el budismo zen? 

-No, el ciprés no es un símbolo. 

-Entonces, maestro, decidnos, ¿cuál es el principio último del budismo zen? 

-El ciprés en el patio.» 

Diálogo a primera vista absurdo. El ciprés no es una metáfora, un símbolo, una alegoría, no tiene ningún vínculo racional con el budismo zen y no lo ilumina en nada. Entonces ¿por qué el maestro da esta respuesta? A fin de arrojar al alumno fuera de su funcionamiento mental ordinario. Es necesario desenclavarlo, que deje de fiarse de la lógica, de la razón, y que acoja sin apriorismos, sin juzgar, y casi sin pensamiento, al ciprés: tal como es. Así un día le llegará la iluminación, el relámpago del Satori, la intuición de lo que existe bajo el juego de las apariencias: el eterno Atma. 

Así, el viejo rey de los dragones y su joven esposa de dieciséis años, así, la medusa ingenua y el mono imprudente, pero también la luciérnaga, y el frescor del viento en la palma abierta ... todo se puede considerar no en su aspecto anecdótico, sino esencial. La trama sobre la que se cruzan los hilos de las existencias. El suelo sobre el que danza el dios Shiva. Todo se puede considerar como un gran koan, que nos invita a discernir, más allá de la película, la pantalla, en el menor gusanillo la naturaleza de Buddha, y para mí, que soy cristiano y zen a la vez, en toda cosa la presencia de Dios. 


17 El epígrafe: «Ocurre algo», de Philippe Jaccottet, está extraído de su obra Haiku (ed. y trad. Philippe Jaccot- tet), © Éditions Fata Morgana, 1996.



Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

domingo, 12 de marzo de 2017

FRAGMENTOS DE ZEN (BUSCANDO EN EL LUGAR EQUIVOCADO)


¡Qué cerca está la verdad,
y sin embargo se busca lejos!

Como el que está en el agua grita: ¡ Tengo sed!

Como el hijo del rico que vaga en la indigencia.
Hakuin Ekaku Zenji (1685-1768)


¡Qué tarde empecé a amaros, oh belleza tan antigua y tan nueva! ¡Qué tarde empecé a amaros! Estabáis dentro de mí, pero ¡ay! yo mismo estaba fuera de mí, y era en esefuera donde os buscaba.
San Agustín

«Se vive en el olvido, se vive en el sueño», decían los antiguos. El Zen trae la luz a nuestra existencia. Nos ayuda a ver a nuestro ser verdadero, y al Infinito en nosotros...
Sentencia zen 16


16. «El Canto de Zazen», de Hakuin Ekaku Zenji, está traducido por Christian Bruyat, en David Scott y Tony Doubleday, L'Essentiel du Zen, © Calmann-Lévy, 1998. Las frases de san Agustín están extraídas de las Con/esio- nes, Libro X.



Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

lunes, 27 de febrero de 2017

EL PEQUEÑO MONO


Érase una vez ... un pequeño mono que, con su larga cola, su aire travieso y su mechón de pelos en la punta de cada oreja, se parecía un poco a un tití. ¿Por qué circunstancias fue a parar al dojo de Yagyu Tajima, el gran maestro del arte del sable? Nadie lo supo nunca. Pero estaba presente en todos los ejercicios, se mezclaba con los discípulos y se esforzaba en imitarlos.

Una mañana un ronin se presentó ante la puerta del dojo del maestro Tagyu Tajima y solicitó el honor de recibir la enseñanza del sable. Con el fin de mostrar su valor, se ofreció a luchar con el adversario que quisieran oponerle. El maestro sonrió y dijo:

-Te acepto como discípulo si puedes vencer a mi mono.

El ronin, sorprendido pero seguro de sí, estuvo de acuerdo. Dieron a cada uno el sable de madera que se usa para los ejercicios y el maestro dio la señal del combate. El pequeño mono ejecutó algunos molinetes a una velocidad loca, efectuó un salto peligroso y se puso en equilibrio sobre la espalda de su adversario, y, antes de que éste se recobrara, le hizo saltar el sable de las manos. El ronin, molesto y confuso, se retiró.

martes, 31 de enero de 2017

LA PEQUEÑA LLANA ENCANTADA


El cuento zen, aparte de lo que dice, despierta en nosotros sutiles resonancias, abre el camino del eterno Atma. 

***

Huo-Huan era huérfano de padre. A los trece años era considerado un niño prodigio. Su madre lo adoraba. Todos le auguraban un brillante futuro. Sería, tal como lo exigía la tradición familiar, un gran mandarín, un letrado respetado. El gobernador ya le reservaba un lugar de honor a su lado. Una mañana, mientras iba a clase como de costumbre, se cruzó en la calle con una muchacha de una gran belleza, llamada Ts'ing-Ngo. Se enamoró de ella de modo fulminante, y su vida dio un vuelco. Igual que un barco sorprendido por la tempestad, que cambia bruscamente de rumbo y va a encallar en una orilla desconocida. 

Como Huo-Huan se lo pidió con insistencia, su madre inició las gestiones de costumbre ante los padres de la muchacha. Ts'ing-Ngo pertenecía a una familia honorable. Su padre, antiguo intendente del templo, se había retirado a la montaña. Había dejado órdenes. Su hija debía llevar una vida consagrada, no le estaba permitido casarse. Huo, cuando lo supo, cayó en la desesperación. Su pena era tan violenta, tan terrible, que su madre temía por su vida. Una mañana al salir de su casa, perdido en sus pensamientos, tropezó con un transeúnte, un religioso taoísta. Huo se excusó, y el santo varón le respondió con una sonrisa. Llevaba en la mano una pequeña llana, que agitaba ante sí. Huo, maquinalmente, le preguntó: 

-¿Por qué lleváis en la mano esta pequeña llana?

miércoles, 18 de enero de 2017

LA MUCHACHA TOPO


Somos injustos con los topos. Es cierto que ven poco, pero su visión está muy bien adaptada a su medio subterráneo.

Su pelo gris, lustroso, distinguido, es un modelo de elegancia. ¿ Y qué decir de sus patitas en forma de palas, que unen lo útil a lo agradable? En suma, en esta historia se hablará de una señorita topo: maravilla, delicia y milagro de la gente topina. Sus padres, justamente orgullosos de su progenitura, de situación acomodada -poseían en nuda propiedad varios dédalos de corredores muy buen situados-, soñaban con casar a su única hija con algún personaje de categoría.

¿A quién elegir? Por consejo de un anciano señor topo, que había viajado mucho en su juventud, pensaron primero en el sol. Éste, aunque poco conocido entre los topos, era apreciado por algunos primos de la superficie, que hablaban muy bien de él. Pero no podían comprometerse a la ligera, el futuro de su amada hija estaba en juego. Por eso los padres se dirigieron a un investigador competente a fin de obtener una información más amplia sobre el personaje. Tras varias semanas de investigaciones, el detective presentó su informe:

domingo, 27 de noviembre de 2016

EL PRÍNCIPE THOU-TI Y LOS DRAGONES


Los dragones ocupan un lugar insigne en el ritual, las festividades y el imaginario chino. Animales fabulosos, provistos de alas, armados con garras, dotados de una cola de serpiente, de fauces que escupen fuego, un cuerpo multiforme, lagartos, reptiles, varanos, dragones rampantes o voladores. Está el rey dragón del Este, que preside la salida del sol, el del Oeste, que preside la puesta, los dragones de los ríos, los dragones de los océanos, los de las montañas y los de las llanuras, y también los dragones de faroles y de papel, que son la atracción del día de año nuevo y de numerosas festividades ... 

Está el pequeño dragón amarillo, y el gran dragón negro, el amable, el malicioso, el generoso, el malo ... todo un universo de dragones. 

***
El príncipe Thou-Ti manifestó desde su más tierna infancia una pasión desmesurada por los dragones. Sólo le gustaban los juguetes y las imágenes que los representaban. Sus padres, indulgentes, tapizaron su habitación con todos los dragones imaginables: amarillos, rojos, blancos ... No se cansaba nunca de ellos, y su confidente preferido era un dragón de tela de fauces falsamente amenazadoras, que no se separaba nunca de sus brazos, ni de su corazón. Cuando llegó a adulto y, a la muerte de sus padres, fue dueño de sus bienes, dedicó toda su fortuna a rodearse de dragones. Hizo acudir a su residencia a los pintores más reputados y les ordenó que decorasen, de acuerdo con sus deseos, los suelos, los tabiques, las paredes y los techos: 

-Dondequiera que ponga los ojos -les dijo- no quiero ver otra cosa que dragones. 

Así se hizo. Pero Thou-Ti todavía no estaba satisfecho. Hizo llamar a los escultores que habían esculpido los dos dragones de oro que adornan el palacio del emperador: 

-Quiero una réplica de esos dos dragones -les di- jo-. Después esculpiréis en forma de dragones todas las columnas y todos los pilares de mi casa. Poco importa el tiempo o el dinero, pero que vuestra obra sea de una verdad patente. 

sábado, 19 de noviembre de 2016

LA ALONDRA Y EL SOL


Un grito líquido y claro: «Trrui-i-i, tri-i ... », es la alondra, flecha lanzada al sol, ebria de luz, con las alas afiladas, el dorso con rayas negras, el vientre rojizo y suave, y blanco, la alondra de los campos. 

«Extrema brasa del cielo, y primer ardor del día», escribe René Char. 

«Trru-i-i-i, tri-ri ... », este grito agudo, repetido, obstinado, surgido con la aurora, fascina. Hace mucho tiempo, explica una leyenda japonesa, la alondra cometió la imprudencia de prestar dinero al sol, y éste se niega a devolvérselo. Desde entonces, todos los días al alba, la alondra canta: 

-¡Sol, devuélveme mi peculio, mi viático, mi dinero! Y a veces se indigna

-¡Trrr-ui-iiiii, Trri, rri! ¿Es que no vas a devolvérmelo, ladrón, avaro, agarrado, tacaño? 

Y a veces se queja

-¡Trrui-ui ... Pi-i-i-e-e, pi-i-eee, Sol, devuélveme mi cañamón, mi trigo de luna, mi bello dinero! 

miércoles, 19 de octubre de 2016

LA CAMPANILLA DE PLATA


En aquel tiempo vivía en el campo, en los alrededores de Edo (hoy Toquio ), un viejo monje de una gran sabiduría. Era conocido hasta en las más lejanas provincias del imperio del Sol Naciente por su gran piedad y su constante buen humor. Toshibu sonreía a todos y a todo. Aceptaba las vicisitudes de la existencia con una perfecta ecuanimidad. Un día uno de sus discípulos más asiduos se atrevió a preguntarle: 

-Maestro, ¿ qué es lo que hace que tengáis el corazón tan alegre, que nada parece afectaros, ni el frío, ni la sed, ni el hambre, y ni siquiera la maldad de los hombres? 

-Voy a confiarte mi secreto -dijo Toshibu-. Cada vez que suena la campanilla de plata que ves suspendida en mi puerta, tengo que contenerme para no ponerme a bailar, de tan vivo como es mi placer y grande mi alegría ... 

Ahora bien, este discípulo, a pesar de sus demostraciones de piedad, tenía mal corazón. Era envidioso y estaba celoso de la felicidad de los demás. Decidió robar la campanilla de plata para conocer a su vez la alegría perpetua. Una noche se apoderó de la campana del maestro Toshibu, la escondió bajo su manto y corrió hasta su casa. Al día siguiente la suspendió en la puerta de entrada y se dispuso a gozar de una felicidad inefable. Esperó. En vano. 

sábado, 15 de octubre de 2016

ALMOHADA DEL ESTE, ALMOHADA DEL OESTE


Esta historia es ahora cosa del pasado. En la provincia de Chen-Si, cerca de la ciudad de Choan, había en aquel tiempo un hombre que alimentaba en su corazón un odio implacable contra el señor, Yang-Yu -Wei. Los motivos de este odio eran oscuros y lejanos, pero Yang tenía que morir. Éste acababa de casarse con una mujer graciosa y bella y de corazón recto. 

Una mañana, el hombre se introdujo en la casa de Yang-Yu-Wei, que estaba ausente. Entonces agarró al padre de la esposa, lo ató, le puso un cuchillo en el cuello y dijo: 

-¡Primera esposa, indícame dónde está tu marido o, si no, corto el cuello al anciano ahora mismo! 

-Te lo diré -dijo la noble esposa, que había conservado la sangre fría-. Suelta a mi padre, vuelve esta noche y entra en la cámara nupcial. Yo duermo sobre la almohada del oeste, mi esposo sobre la del este. Podrás matarlo fácilmente. 

El enemigo soltó al anciano y se fue. 
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