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miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿EL BUDISMO ES UNA RELIGIÓN? ¿BUDA ERA UN DIOS?


P: ¿Cuál es la esencia del budismo? ¿Es una religión? ¿El Buda era un Dios?

Thich Nhat Hanh
R: El Buda siempre nos recuerda que es un ser humano, no un Dios. Es un maestro. Nos dejó muchas enseñanzas que impartió a sus discípulos. Se llaman sutras. Esta mañana les he ofrecido la práctica de la meditación consciente. Viene del sutra denominado Discurso sobre la respiración consciente. En este texto nos propone dieciséis ejercicios de respiración consciente para enfrentar a las dificultades de nuestra vida cotidiana, cultivar la sabiduría, la compasión, etc. Hay otras enseñanzas sobre la práctica de la consciencia plena que conducen a la transformación y la sanación. No son oraciones; son textos que enseñan a aceptar el sufrimiento y las dificultades de la vida cotidiana.

Al principio, el budismo no era una religión; era un modo de vida. Los sutras son las enseñanzas del Buda acerca de cómo transformar el sufrimiento y cultivar la alegría y la compasión. Como monjes budistas, aprendemos mucho de estos sutras y aprendemos a explicarlos a la gente de forma que sepan exactamente cómo practicar estas enseñanzas.

En la tradición budista, honramos los tres tesoros. El primer tesoro es el Buda, quien halló un camino de entendimiento, amor, transformación y sanación. El segundo tesoro es el Dharma, el camino de la transformación y la sanación, ofrecido por el Buda en forma de discursos, enseñanzas y prácticas. El tercer tesoro es la comunidad de practicantes, la sangha, los hombres y mujeres que han formado una comunidad y siguen el camino de la meditación y la práctica consciente.

Sangha significa «comunidad». Todos los miembros de la comunidad practican la respiración consciente, el caminar consciente, y generan compasión y entendimiento. Practicamos el tomar refugio en la sangha porque una verdadera sangha es una comunidad donde existe una práctica verdadera, consciencia, entendimiento, y compasión verdaderos. Una verdadera sangha es portadora del verdadero Dharma y del verdadero Buda. Por tanto, cuando se acercan a una Sangha verdadera, se acercan al Buda y al Dharma.

lunes, 28 de agosto de 2017

LA CAPACIDAD DE PERDONAR


¿Podría decirnos algo sobre la capacidad de perdonar?

R: La capacidad de perdonar es fruto del entendimiento. A veces, incluso cuando queremos perdonar a alguien, no somos capaces de hacerlo. La buena voluntad necesaria para perdonar puede estar presente, pero la amargura y el sufrimiento siguen también estando presentes. Para mi el perdón es resultado de la práctica de observar profundamente y comprender.

En la oficina que teníamos en París en los años setenta y ochenta una mañana recibimos una muy mala noticia. Había llegado una carta en que nos decían que una niña de once años que viajaba en un barco procedente de Vietnam había sido violada por un pirata del mar. Cuando su padre intentó intervenir lo arrojaron al mar. La niña saltó al mar también, y se ahogó. Yo estaba enojado. Como seres humanos, tenemos derecho a enojarse; pero como practicantes, no tenemos derecho a cesar de practicar.

No fui capaz de desayunar; la noticia era demasiado para mí. Medité caminando en un bosque cercano. Intenté ponerme en contacto con los árboles, los pájaros y el cielo azul, para calmarme, y luego me senté y medité. La meditación duró mucho rato.

Mientras meditaba me vi nacer en la zona costera de Tailandia. Mi padre era un pescador pobre; mi madre era una mujer inculta. La pobreza me rodeaba por todas partes. A los catorce años tuve que ponerme a trabajar con mi padre en el barco para ganar nuestro sustento; este trabajo era muy duro. Cuando mi padre murió, tuve que hacerme cargo de su actividad yo solo para sostener a mi familia.

Un pescador que conocía me dijo que muchos refugiados del mar que salían de Vietnam solían llevar consigo sus posesiones muy valiosas, como oro y alhajas. Me dijo que si interceptábamos uno solo de estos barcos y nos quedábamos con una parte del oro, seríamos ricos. Como era un pescador pobre e inculto, su propuesta me tentó. Y un día decidí irme con él y robar a los refugiados del mar. Cuando vi como el pescador violaba a una de las mujeres que viajaban en el barco, sentí la tentación de hacer lo mismo. Miré a mi alrededor y cuando me di cuenta de que nada me podía detener —no había policías y no corría ningún riesgo— me dije a mí mismo: «Lo puedo hacer, una sola vez». Fue así como me convertí en pirata del mar que viola a una niña pequeña.

miércoles, 12 de julio de 2017

PREGUNTAS Y RESPUESTAS 2


¿Puede definir la consciencia plena? ¿Cómo podemos practicar con tantas distracciones?

Thich Nhat Hanh:
R: En vietnamita «consciencia plena» se dice chanh niem, que significa estar de verdad presente en el momento. Al comer, saben que están comiendo. Al caminar, saben que están caminando. Lo opuesto a la consciencia plena es la distracción. Comen, pero no saben que están comiendo porque su mente está en otra parte. Cuando vuelven a traer a la mente lo que está sucediendo en el aquí y el ahora, hay consciencia plena y la consciencia plena les puede aportar mucha vida, alegría, placer, y gozo. El sencillo acto de comer una naranja, por ejemplo, puede ser mil veces más placentero si se la comen con plena consciencia que si lo hacen sumidos en sus preocupaciones, su enojo o su desesperación. La consciencia plena es la energía que les ayuda a estar plenamente presentes con lo que haya.

Supongamos que oyen ruidos en su entorno. Pueden usar el ruido como el objeto de la consciencia plena. «Inhalando, oigo mucho ruido. Exhalando, le sonrío a este ruido. Sé que las personas que hacen ruido no son siempre pacíficas y siento compasión por ellas». El hecho de practicar respirando en forma plenamente consciente y de usar el sufrimiento que hay a su alrededor como objeto de su consciencia plena contribuirá a que las energías de la comprensión y la compasión aparezcan en ustedes.

jueves, 29 de junio de 2017

PREGUNTAS Y RESPUESTAS 1


Si tienen alguna pregunta sobre la práctica de la consciencia plena las contestaré con mucho gusto ahora.

P: ¿Se ha enojado alguna vez? ¿Cuándo fue la última vez que se enojó?

R: Como ser humano llevo en mi la semilla del enojo, pero gracias a la práctica soy capaz de manejar mi enojo. Si el enojo se manifiesta en mi, sé como cuidarlo. No soy un santo—pero como sé practicar, ya no soy víctima de mi enojo.

P: ¿Cuánto se tarda en llegar a practicar con éxito?

R: No es cuestión de tiempo. Si lo hacen correctamente y con placer, pueden tener éxito rápidamente, pero si dedican mucho tiempo a practicar y no lo hacen correctamente, no consiguen nada. Es como la respiración consciente. Si la practican correctamente, la primera inhalación les puede aportar algo de alivio y alegría. Pero si no la practican correctamente, tres o cuatro horas no les traerán el efecto buscado. Es bueno tener un amigo, un hermano o una hermana que practique con éxito y les ayude y apoye.

También pueden hacerlo solos. Al inhalar, permítanse hacerlo en forma natural. Concentren toda su atención en la inhalación. Al exhalar, permítanse exhalar en forma normal. Limítense a tomar consciencia de su exhalación; no interfieran con ella. No usen la fuerza. Si se permiten inhalar y exhalar de forma natural y toman consciencia de su respiración, habrá mejoría en apenas quince o veinte segundos. Empezarán a sentir placer inhalando y exhalando.

sábado, 24 de junio de 2017

SONRÍAN A LA ENERGÍA DE SUS HÁBITOS


En cada uno de nosotros hay una fuerte energía llamada energía de los hábitos. En sánscrito la energía de los hábitos se llama vasana. Cada uno de nosotros tiene energías de hábitos que nos llevan a decir y hacer cosas que no queremos decir o hacer. Estas energías de hábitos son perjudiciales para nosotros y nuestras relaciones con otras personas. En el plano intelectual sabemos que decir o hacer determinada cosa provocará mucho sufrimiento y sin embargo lo hacemos de todos modos. Y una vez que lo dicen o hacen, el daño está hecho. Luego lo lamentan. Se golpean el pecho y se tiran de los pelos. Dicen “no volveré a decir o hacer eso.” Pero si bien lo dicen sinceramente, la próxima vez que se presenta la situación, dicen o hacen lo mismo. Este es el poder de la energía de los hábitos, que quizá les hayan transmitido sus padres o antepasados.

La respiración consciente les puede ayudar a reconocer la energía de un hábito cuando aparece. No hace falta que luchen contra esta energía; sólo deben reconocerla como suya y sonreírle. Esto es suficiente. “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero no me puedes hacer nada.” Le sonríen y a partir de ese momento son libres. Esta es una protección maravillosa. Por eso digo que la consciencia plena es la energía de Dios, la energía del Buda, que nos protege.

miércoles, 14 de junio de 2017

EL ARTE DE MANEJAR UNA TORMENTA


Cuando viene una tormenta, se queda un rato y luego se va. Una emoción es así también, viene, se queda un rato y luego se va. Una emoción es sólo una emoción. No morimos de una emoción. Somos mucho, mucho más que una emoción. Cuando notan que una emoción empieza a aparecer, es muy importante que se sienten en una postura estable o que se tumben, que es también una posición muy estable. Luego, concentren su atención en el vientre. La cabeza es como la cima de un árbol. Yo no me quedaría ahí. Bajen su atención al tronco del árbol, donde hay estabilidad.

Una vez concentrada su atención en el vientre, llévenla más abajo, justo debajo del ombligo, y empiecen a practicar la respiración consciente. Inhalando y exhalando profundamente, observen como el abdomen sube y baja. Tras practicar de esta manera unos diez, quince o veinte minutos, comprobarán que son fuertes, lo bastante fuertes como para resistir la tormenta. En esta posición, sentados o tumbados, limítense a aferrarse a su respiración, como quien se aferra a su chaleco salvavidas en medio de una tormenta. Al cabo de un rato la emoción se irá.

Esta es una práctica muy eficaz, pero les ruego recordar una cosa: no esperen a sentir una emoción fuerte para practicar. Si hacen esto no recordarán como hacerlo. Deben practicar ahora, hoy, cuando se sienten muy bien, cuando no tienen que habérselas con una emoción fuerte. El momento de empezar a practicar es ahora. Pueden practicar diez minutos al día. Siéntense y practiquen concentrando su atención en el vientre mientras inhalan y exhalan. Si hacen esto tres semanas, veintiún días, se convertirá en un hábito. Luego, cuando se sienten enojados o abrumados por la desesperación, se acordarán de practicar sin esfuerzo. El éxito alcanzado les hará tener fe en la práctica y serán capaces de decir a su emoción: «Bien, si vuelves a aparecer por aquí, volveré a hacer exactamente lo mismo». Sabiendo lo que tienen que hacer, no sentirán miedo.

domingo, 28 de mayo de 2017

LA COMPRENSIÓN HACE POSIBLE LA COMPASIÓN


La comprensión es la sustancia con la que fabricamos compasión. ¿A qué clase de comprensión me refiero? A la comprensión de que el otro también sufre. Cuando sufrimos tendemos a creer que somos víctima de otras personas, que somos los únicos que sufren. Esto no es cierto, la otra persona también sufre. También tiene sus dificultades, sus miedos y sus preocupaciones. Si sólo fuéramos capaces de ver el dolor que hay en él o en ella, empezaríamos a comprenderlos. Una vez que la comprensión está presente, la compasión es posible.

¿Tenemos bastante tiempo para analizar la condición de la otra persona? La otra persona puede ser otro recluso como nosotros o un guardia. Si observamos, podemos ver que hay mucho sufrimiento en él. Quizás no sepa manejar su sufrimiento. Quizás permite que su sufrimiento crezca porque no sabe manejarlo, y esto le hace sufrir a él y hace sufrir a otras personas que le rodean. Con esta clase de consciencia, empezarán a comprender, y la comprensión despertará su compasión. Si hay compasión en ustedes, sufrirán menos, y les motivará el deseo de hacer algo, o de no hacer nada para que esa persona sufra menos. Su manera de mirarle o sonreírle podrá ayudarle a sufrir menos y hará que tenga fe en la compasión.

Yo describiría mi práctica como la práctica de cultivar la compasión. Pero sé que la compasión no es posible sin comprensión. Y la comprensión sólo es posible si tienen tiempo para observar profundamente. Meditar significa observar profundamente para comprender. En el monasterio donde vivo, por las mañanas tenemos mucho tiempo para la tarea de observar profundamente. En un centro correccional hay también mucho tiempo y muchas posibilidades para observar profundamente. Es un entorno muy propicio para la práctica de observar compasivamente para que la compasión pueda crecer como factor liberador. Estoy convencido de que si uno de ustedes o diez o veinte de ustedes, practican la observación compasiva, podrán transformar este lugar en muy poco tiempo. Pueden traer el paraíso aquí mismo.

lunes, 15 de mayo de 2017

LA COMPASIÓN COMO FACTOR LIBERADOR


Cada momento de nuestra vida puede ser un momento de práctica. Aunque estén esperando la comida o en fila para ser contados, siempre pueden practicar inhalar y exhalar conscientemente, y hacerlo sonriendo. No desperdicien ni un momento de su vida cotidiana. Cada momento es una oportunidad para cultivar su solidez, paz, y alegría. Y al cabo de unos días empezarán a comprobar que la gente se beneficia de su presencia. Su presencia puede convertirse en la presencia de un bodhisattva, de un santo. Esto es posible.

Hay un relato que leí cuando tenía siete años. Se trataba de un Jataka, esto es, de un relato sobre una vida pasada del Buda. Este relato trata de una de las vidas pasadas del Buda cuando estaba en el infierno. El guardia que estaba a cargo de las personas recluidas en el infierno no parecía tener ninguna compasión. Llevaba un gran tridente y cada vez que alguien hacía algo prohibido, se lo clavaba en el pecho. Aun cuando este trato hacía sufrir mucho a los reclusos, no podían morir. Este era su castigo; sufrían, pero no morían.

Un día, a los reclusos se les obligó a portar pesadas cargas al hombro. Con tridente en mano el guardia empezó a darles empujones para que se movieran más deprisa. El Buda vio que uno de los reclusos no podía evitar quedarse atrás y que el guardia empezaba a meterse con él, amenazándole con su tridente para que avanzara más deprisa. En ese momento algo nació en la vida pasada del Buda. Quería intervenir, enfrentarse al guarda, aun cuando sabía que se volvería contra él. Si su intervención hubiese resultado en su muerte, habría intervenido de buena gana. Pero el tipo de castigo que podía esperar a cambio no le acarrearía la muerte, sino sólo más sufrimiento. Pese a esto se acercó valerosamente al guarda y le dijo: «¿Acaso no tienes corazón? ¿Por qué no le das tiempo para que lleve su carga?». Nada más oír esto el guarda le clavó el tridente en el pecho del Buda, que murió al instante y volvió a nacer como ser humano.

sábado, 29 de abril de 2017

CUANDO SE SIENTEN AGRADECIDOS NO SUFREN


Observo que en los Estados Unidos, donde tanto abundan los alimentos y hay tantas cosas que comer, no hay mucho tiempo para comer. El comer puede ser un acto muy alegre y no hace falta comer mucho para estar sano.

Cuando recojo mis alimentos con palillos o un tenedor me detengo un momento a mirarlos. Me basta una fracción de segundo para identificarlos. Si estoy en el aquí y el ahora, reconoceré los alimentos de inmediato, ya se trate de una zanahoria, de una hoja de lechuga o de un pan. Les sonrío, me los llevo a la boca y los mastico siendo plenamente consciente de lo que estoy comiendo. La consciencia es siempre consciencia de algo y mastico los alimentos de forma que la vida, la alegría, la solidez, y la ausencia de miedo se vuelven posibles. Cuando llevo veinte segundos comiendo, me siento nutrido, no sólo en sentido físico, sino también mental y espiritual. Esta es una práctica muy, muy profunda.

En Plum Village nos damos tiempo para comer. Comemos como comunidad. Todos se sientan de forma bella y esperamos, para empezar a comer juntos. Cuando hay un hermano o una hermana comiendo con plena consciencia a la derecha y a la izquierda uno se siente respaldado en su práctica de comer con plena consciencia. Al principio de cada comida practicamos las Cinco Contemplaciones.

Las Cinco Contemplaciones

viernes, 21 de abril de 2017

LA PRÁCTICA DE SONREÍR


El ejercicio «Respirando, sonrío» les puede llevar a preguntar «¿Por qué debo sonreír si no hay alegría en mi?». La respuesta es: sonreír es una práctica. Hay más de 300 músculos en el rostro. Cuando están enojados o temerosos, estos músculos se tensan. La tensión de estos músculos crea un sentimiento de dureza. Sin embargo, si saben inhalar y esbozar una sonrisa la tensión desaparecerá, a esto lo llamo «yoga de la boca». Basta con inhalar y sonreír, la tensión desaparecerá y se sentirán mejor.

A veces su alegría produce una sonrisa. También hay veces en que la sonrisa que esbozan trae relajación, calma y alegría. Yo no espero hasta estar alegre para sonreír; la alegría vendrá más tarde. A veces, cuando estoy solo en mi habitación a oscuras, practico el sonreírme a mí mismo. Hago esto para ser bondadoso conmigo mismo, para bien cuidarme, para amarme. Sé que si no soy capaz de cuidarme a mí mismo, no soy capaz de cuidar a nadie más.

jueves, 30 de marzo de 2017

MOMENTO MARAVILLOSO


Les quiero ofrecer un ejercicio de respiración. Estoy seguro de que si lo hacen en momentos difíciles, encontrarán alivio.

Inhalando, sé que estoy inhalando.
Exhalando, sé que estoy exhalando.

Inhalando, observo que mi inhalación
se ha vuelto más profunda.
Exhalando, observo que mi exhalación se
ha vuelto más lenta.

Inhalando, me calmo; exhalando, me siento
a gusto.

Inhalando, sonrío; exhalando, suelto.

Inhalando, vivo en el momento presente.
Exhalando, siento que es un momento
maravilloso.

Estos versos se pueden resumir como sigue:

miércoles, 15 de marzo de 2017

CAMINEN COMO PERSONAS LIBRES


Cuando puse un pie en el recinto de la prisión esta mañana caminaba de forma muy consciente. Me di cuenta de que la calidad del aire era idéntica a la calidad del aire fuera de él. Cuando miré hacia el cielo, era exactamente el mismo que el cielo de fuera. Cuando miré el césped y las flores, también me parecieron idénticos al césped y a las flores de fuera. Cada paso que di me aportaba la misma clase de solidez y libertad que había experimentado fuera. No hay nada que pueda impedir que practiquemos con éxito y que esto nos dé libertad y solidez.

Cuando caminen, inhalen y, dando dos o tres pasos, pronuncien el nombre de un ser querido, el de alguien que les pueda aportar un sentimiento de frescura, compasión, y amor. Pronuncien su nombre cada vez que den un paso. Supongamos que pronuncio el nombre David. Inhalando y dando un par de pasos, digo «David, David» calladamente. Al pronunciar su nombre, David estará conmigo. Caminará en paz y libertad al mismo tiempo que yo. Cuando exhalo, doy dos pasos más y digo «Estoy aquí, estoy aquí». Estoy enteramente concentrado en los actos de caminar y respirar. Mi mente no está pensando en nada más.

Pueden llamar a la Tierra. «Tierra, Tierra. Estoy aquí, estoy aquí». La Tierra es nuestra madre y siempre está aquí para nosotros. Ella nos ha producido, nos ha dado la vida y ella nos acogerá y nos volverá a traer una y otra vez, innumerables veces. Por tanto, cuando digo «Tierra», llamo a la consciencia que es el fundamento de mi ser. «Estoy aquí, estoy aquí». Si practican de esta manera unas pocas semanas o unos pocos meses, se empezarán a sentir mucho mejor.

jueves, 9 de marzo de 2017

LA LIBERTAD ES POSIBLE AHORA


Para tocar el Reino de Dios necesitan un poco de entrenamiento y un amigo, un hermano o una hermana cuya propia práctica les puede ayudar. Cuando vemos a alguien caminando conscientemente y disfrutando cada paso que da, nos motiva a regresar a nosotros mismos y a hacer lo mismo. Un recluso me escribió a Francia diciéndome que había leído mis libros y aprendido a practicar la meditación caminando en la prisión. Me dijo que siempre sube y baja las escaleras conscientemente y que disfruta cada paso que da. Desde que empezó a practicar, su vida se ha vuelto más agradable. Cuando ve a otros reclusos subiendo y bajando las escaleras a toda carrera, sin nada de estabilidad o solidez, calma o alegría, querría que pudieran aprender a meditar caminando como él porque cada paso que da le nutre y transforma.

Caminen como personas libres. Caminen de tal forma que cada paso les aporte más dignidad, libertad y estabilidad, y la alegría y la compasión nacerán en sus corazones. Se darán cuenta de que otras personas no caminan así, que están poseídas por su enojo, su miedo y su desesperación. Quizá esto les motive a querer ayudarles a aprender a vivir en el momento presente, a sentarse y a caminar como lo hace una persona libre. Una persona que se sienta, camina, come y respira como persona libre puede tener un impacto en la totalidad de su entorno.

jueves, 2 de marzo de 2017

USTED ES UN MILAGRO


Cuando me como una naranja, puedo hacerlo como un acto de meditación. Sosteniendo la naranja en la palma de mi mano, la miro conscientemente. Miro la naranja largo rato de forma plenamente consciente. «Inhalando, hay una naranja en mi mano. Exhalando, sonrío a la naranja». Para mí la naranja no es ni más ni menos que un milagro. Cuando miro una naranja en el aquí y el ahora, la puedo ver con mis ojos espirituales, el azahar, la luz del sol y la lluvia sobre los azahares, la minúscula naranja verde, y luego el árbol que trabaja con el tiempo para que la naranja crezca todo lo que puede. Miro la naranja que hay en mi mano y sonrío. No es ni más ni menos que un milagro. Inhalando y exhalando conscientemente llego a estar plenamente presente y plenamente vivo, y entonces me veo como un milagro.

Queridos amigos, no son ni más ni menos que un milagro. Hay momentos en que creen que no valen nada. Pero no son ni más ni menos que un milagro. El hecho de estar aquí con vida y capacidad de inhalar y exhalar demuestra de sobra que son un milagro. Una hoja de lechuga contiene todo el cosmos, la luz del sol, la lluvia, toda la Tierra, el tiempo, el espacio y la consciencia. También ustedes contienen todo el cosmos.

lunes, 20 de febrero de 2017

TOCAR LOS MILAGROS


Según el Buda, mi maestro, la vida sólo está disponible en el aquí y el ahora. El pasado ya se ha ido y el futuro no ha llegado aún. Sólo hay un momento que puedo vivir, el momento presente. Lo que hago, es regresar al momento presente. Haciendo esto toco la vida profundamente. Mi inhalación es vida, mi exhalación es vida. Cada paso que doy es vida. El aire que respiro es vida. Puedo tocar el cielo azul y la vegetación. Puedo oír el sonido de las aves y el sonido de otro ser humano. Si somos capaces de regresar al aquí y al ahora, seremos capaces de tocar muchas maravillas de la vida que están a nuestra disposición.

domingo, 5 de febrero de 2017

CULTIVAR LA LIBERTAD (muy recomendable)


Para mí, no hay felicidad sin libertad y la libertad no nos la da nadie; debemos cultivarla nosotros mismos. Voy a compartir con ustedes cómo podemos conseguir más libertad. Cultivamos nuestra libertad cuando estamos sentados, caminando, comiendo o trabajando al aire libre. La libertad es lo que cultivamos cada día. Independientemente de cómo o dónde estén, si poseen libertad, son felices. Tengo muchos amigos que han estado internados en campos de trabajos forzados y, porque sabían practicar, no sufrieron demasiado. De hecho, crecieron en su vida espiritual, lo que me hace sentirme muy orgulloso de ellos.

Por libertad entiendo ser libres de aflicciones, de enojo, de desesperación. Si tienen enojo, deben transformarlo para recuperar su libertad. Si tienen desesperación, es preciso que reconozcan esa energía y que no se dejen abrumar por ella. Deben practicar de tal forma que transformen la energía de la desesperación y alcancen la libertad que se merecen, la liberación de la desesperación.

Pueden practicar la libertad en cada momento de su vida diaria. Cada vez que respiran, su respiración les puede ayudar a recuperar su libertad. Cuando coman, háganlo como personas libres. Cuando caminen, háganlo como personas libres. Cuando respiren, háganlo como personas libres. Esto se puede hacer en cualquier parte.

viernes, 3 de febrero de 2017

LA FUERZA LIBERADORA


Para bien cuidar de mi enojo lo primero que hago es regresar a mi respiración y mirar hacia adentro muy profundamente. Me doy cuenta al instante de que hay en mí una energía llamada enojo. Luego reconozco que necesito otra clase de energía para cuidar de este enojo e invito a esa energía a que aparezca y lleve a cabo dicha tarea. Esta segunda energía se llama consciencia plena. Cada uno de nosotros lleva dentro la semilla de la consciencia plena. Con la energía de la plena consciencia podemos dispensar buenos cuidados a la energía del enojo.

La consciencia plena es una clase de energía que nos ayuda a ser conscientes de lo que está pasando. Todo el mundo es capaz de ser plenamente consciente. Los que practicamos a diario tenemos más capacidad de ser plenamente conscientes que los que no lo hacen. Quienes no practican poseen de todos modos la semilla de la consciencia plena, pero su energía es muy débil. La energía de la consciencia plena aumentará con apenas tres días de práctica.

La consciencia plena puede estar presente en todo lo que hacemos. Si al beber un vaso de agua son conscientes de que en ese instante están bebiendo agua y de que no están haciendo ninguna otra cosa, están bebiendo con plena consciencia. Si centran todo su ser, su cuerpo y su mente en el agua, hay consciencia plena y concentración, y puede decirse que el acto de beber es plenamente consciente. No beben con la boca únicamente, sino también con su cuerpo y su consciencia. Así es como me enseñaron cuando era novicio.

domingo, 29 de enero de 2017

POR LA CALIDEZ


Queridos amigos, el siguiente poema lo escribí durante la Guerra de Vietnam después de que la fuerza aérea de los Estados Unidos bombardeara el pueblo de Ben Tre. Ben Tre es el pueblo natal de mi colaboradora, la hermana Chân Không. Las fuerzas de los Estados Unidos destruyeron por completo el pueblo porque allí había cinco o seis guerrilleros. Más tarde un oficial declaró que se había visto forzado a bombardear y destruir Ben Tre para salvarlo del comunismo. Este poema tiene que ver con el enojo.


Sostengo mi rostro entre ambas manos.
No, no estoy llorando.

Sostengo mi rostro entre ambas manos
para mantener tibia mi tristeza,
dos manos que protegen
dos manos que nutren
dos manos que impiden
que mi alma me deje
sumido en la ira.[1]
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