Un día, mientras escuchaba a Enrique Mariscal, se me ocurrió transformar un cuento suyo en este que llamé
El temido Enemigo y que quiero volver a contar aquí:
Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, el necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como a la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también el necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. El no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si el era el mas poderoso del reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
- Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: El conoce el futuro.