sábado, 10 de enero de 2015

REPETICIÓN


La repetición no existe. La existencia siempre es nueva, absolutamente nueva.

Cada día es diferente, y si a veces no logras ver la diferencia, eso simplemente significa que no ves bien. Nada se repite jamás. La repetición no existe. La existencia siempre es nueva, absolutamente nueva. Pero si miramos a través del pasado, de los pensamientos acumulados, de la mente, entonces puede dar la impresión de repetición. Y esa es la razón por la que la mente es la única fuente de aburrimiento. Te aburre porque jamás permite que la frescura de la vida se te revele. Posee un determinado patrón. No cesa de ver las cosas bajo el mismo patrón. 

viernes, 9 de enero de 2015

OBSÉRVESE A USTED MISMO


Más allá del tiempo y del lugar, toda la práctica del Dhamma alcanza su culminación en el punto donde no hay nada. Es el lugar de la renuncia, del vacío, el lugar donde nos desprendemos de nuestros agobios. Ése es el final.

El Dhamma no está muy lejos. Está directamente con nosotros. El Dhamma no se trata de ángeles en el cielo ni de ninguna otra cosa como ésa. Simplemente es acerca de nosotros, acerca de lo que estamos haciendo ahora mismo. Obsérvese a usted mismo.

HUMANOS Y ANIMALES


Es difícil encontrar a los que escuchan el Dhamma, a los que recuerdan el Dhamma y lo practican, a los que llegan al Dhamma y lo ven.

Todo es Dhamma si estamos plenamente atentos. Cuando vemos a los animales que huyen del peligro, vemos que son iguales a nosotros. Huyen del sufrimiento y corren hacia la felicidad. También tienen miedo. Temen por sus vidas igual que nosotros.

jueves, 8 de enero de 2015

EL USO DE UNA LÁMPARA


“Yo puedo ver en la oscuridad”, se jactaba cierta vez Nasrudín en la casa del té.

-Si es así, ¿por qué algunas noches lo hemos visto llevando una lámpara por las calles?

-Es sólo para que los otros no tropiecen conmigo.

Tomado del libro:
Las ocurrencias del increíble 
Mulá Nasrudín
Idries Shah
Fotografía de internet

LO IMPORTANTE ES NO DEJAR DE HACERSE PREGUNTAS


Sócrates ya nos hablaba, con la mayéutica, sobre la importancia de cuestionarnos la realidad. Su técnica llevaba al «parto de las ideas» gracias a una serie de preguntas y respuestas en las que el maestro guiaba al alumno en su propio proceso, descubriéndole sus propias contradicciones.

Albert Einstein decía al respecto: «Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque una vez supiera la pregunta correcta podría resolver el problema en menos de cinco minutos». Y es que una pregunta precisa moviliza toda la energía hacia el hallazgo de la solución.
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