viernes, 23 de septiembre de 2016

SÉ MEDITATIVO


Maestro 
Meditación 
Buda 
Camino espiritual

El verdadero problema no es consultar al maestro sino cómo ser más meditativo, porque la parte física del maestro no es la par­te relevante. Si eres más meditativo, puedes consultar al maestro en todo momento. No es necesaria la presencia física; sólo se hace nece­saria cuando no eres meditativo. Como te iden­tificas con tu cuerpo, en tu mente, el maestro está identificado con su cuerpo. Como crees que eres un cuerpo, también supones que el maestro es un cuerpo. El maestro no es un cuerpo, y cuando digo esto, que el maestro no es un cuerpo, quiero decir que no está limitado en el tiempo ni en el espacio.

No se trata de estar en su presencia. Dondequiera que estés, si eres meditativo, estarás en su presencia. Incluso cuando el maestro está muerto, se lo puede consultar. A Buda aún se lo consulta hoy en día, y hay respuestas. No es que Buda esté sentado en algún lado respon­diendo a tus preguntas, sino que, cuando es­tás en estado de profunda meditación, tú eres el Buda. Surge tu naturaleza Buda y es ella la que te responde, con lo cual ya Buda no está confinado en ninguna parte. Esto quiere decir que, para quien es ciego, no se encontrará por ninguna parte; pero, para alguien que ve, está en todas partes.

LOS CUENTOS ZEN


FRAGMENTOS DE ZEN

En el bosque de estos cuentos chinos, japoneses e indios, con esas historias de asnos, grullas cenicientas, zorros, monos, medusas, campesinos, dragones, reyes, dioses, monjes, hermosas muchachas desgraciadas, serpientes, alondras, topos, tortugas, cuervos o nobles samuráis, he aquí un claro de silencio. Un alto para recobrar aliento, hacer escala, respirar la felicidad, si la felicidad es de la infancia.

¿Os acordáis de aquellos momentos estirados, que se creían perdidos, que se creían de aburrimiento?

El eco apagado de nuestra infancia y el segundo tema que se entrelaza, la llamada del Absoluto, la llamada del Infinito.

Porque más allá de toda forma, mejor que el poder y la riqueza, más asombroso que el cielo azul, las playas rubias de las islas afortunadas, más embriagador incluso que los amores humanos en su incandescencia, está el canto del silencio, el canto del vacío. «Ese vacío resplandeciente como el cielo de verano, que devora las cosas y junto al cual todo lo demás no es sino un desfile de sombras»12, escribe Marguerite Yourcenar. El vacío, el silencio donde se despierta la melodía de Dios, ese Absoluto al que nada pasa y nada sobrepasa, al que nos llevan y nos devuelven LOS CUENTOS ZEN.


Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet
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